16-11-44 (16 noviembre 1944)

 

 

no quieren escuchar la Ley de Dios

 

 


 

Abre ahora la Biblia. En ella encontrarás una repetición de amenazas  

 Abro la Biblia al azar y se me presenta Isaías cap. 30:  

 Otra vez Isaías cap. 62 v. 11-12:

 


 

Abre ahora la Biblia.

En ella encontrarás una repetición de amenazas

 

Con el ánimo afligido por el mucho, o mejor, excesivo egoísmo que, para ser tal, se cambia con indiferencia a lo que no fue indiferencia, oigo a la cara voz decirme repetidamente: "Estos obstáculos, estos dispendios, esta ausencia de bendición sobre una empresa a la que Yo no puedo bendecir por estar realizada en contra de la caridad y contraviniendo una palabra dada meses atrás que se finge olvidar pero que Yo no la olvido, aparecían indicados en el dictado del día 11 de octubre. Más para ellos que para ti hube de darlo, debiendo de meditarlo y ponerlo por obra. Abre ahora la Biblia. En ella encontrarás una repetición de amenazas".

 

Abro la Biblia al azar y se me presenta Isaías cap. 30:

 

Abro la Biblia al azar y se me presenta Isaías cap. 30: "¡Ay de vosotros, hijos desertores que formáis designios, pero sin contar conmigo, y urdís una tela que no es conforme a mi espíritu y acumuláis pecado sobre pecado, que estáis en camino para bajar a Egipto sin haber interrogado a mi boca... he aquí por qué he dicho altamente: "No hay más que soberbia; no te muevas. Así pues, ve y escríbelo... regístralo con exactitud en un libro que sea en los días venideros un testimonio eterno, porque éste es un... que me provoca a ira... que no quieren escuchar la Ley de Dios. Ellos dicen a los profetas: "No profeticéis" y a los videntes: "No estéis viendo para nosotros la verdad; habladnos de cosas que nos agradan" (Is 30, 1-2 y 7-10).

Dice Jesús: "Basta. Es tan claro que no lo comento".

Yo digo: "¿Y para mí nada?".

Y El: "Abre más adelante".

 

 Otra vez Isaías cap. 62 v. 11-12:

 

Abro. Otra vez Isaías cap. 62 v. 11-12: "He aquí que viene tu Salvador, trae consigo su recompensa y su obra la tiene delante de sí... Tú serás llamada la ciudad buscada y no abandonada".

Beso entre sonrisas y lágrimas su dulce mano y le digo a continuación: "Así pues, ¿nada para los demás?"

"Cuando estés mejor. Entonces habrá tanto, tanto, tanto, como para haceros subir hasta el tercer cielo a ti y a tu Padre director". Y se ríe.

Le beso una vez más su mano y pienso en usted que tan feliz se encuentra con las páginas sobre la infancia inmaculada de María, de la que tendrá todavía muchas más...

740-741

A. M. D. G.