25 de noviembre

 

 

como sagrado debe considerarse y ser tratado

 con el respeto debido a una cosa sagrada.

 

 


 

Y habrá tal vez alguno que piense que aún deba tener mayor paciencia

    Tú eres una nada; mas Yo te llamé a esta misión y para esto te formé velando hasta por tu formación mental.

   Y querría que esto se entendiese como un signo de seguridad    Escucha esta parábola: cuál es el cáliz de mayor valor

   Aprende a saludar como te enseñé

 


 

¡Estaba como para escribir! Ayer, desde las seis de la mañana hasta las 19, no tuve un instante, ni un solo instante libre. Al tener que ir Marta a Lucca, vino la  señora Lucarini. A las 9 se marchó ésta, siendo sustituida por Alba Sorbi y, cuando se fue Alba, vino Enzo Lucarini. A las 15 volvió Marta y se ausentó Enzo. Marta estaba preparando la sopa porque me encontraba en ayunas, cuando vino la señora Pellini. A ésta se añadió después el señor Lucarini y, a contin8uación, su hijo y su esposa; en seguida, en grupo, el Doctor Winspaer, su mujer, su hija Rosa Ana y su sobrina Alba.

Así que, en la habitación se juntaron diez personas...!

A las 19, por fin, se marcharon todos y pude lavarme. Y no digo más. Y si le cuento esto es para hacerle ver cómo habría podido escribir, y para que se comprenda en qué estado me encontré por la tarde con semejante tropel de personas.

¡Ah!, se me olvidaba. Después de las 19 horas, no bien terminé de lavarme, hizo acto de presencia la hermana de la dueña de casa con su sobrinita, las cuales se creyeron en el deber del hacerme compañía mientras Marta preparaba su cena. ¿Qué me dice...?

 

¿Y habrá tal vez alguno que piense

que aún deba tener mayor paciencia?

 

Catorce horas de esclavitud y de fatiga y, en consecuencia, sin aliento, sin pulso y hundida como una piedra en el fondo de un sopor del que he salido hacia las tres de la mañana entre atroces espasmos. ¿Y habrá tal vez alguno que piense que aún deba tener mayor paciencia? ¡Con seguridad que no será Jesús este "alguno"! Es una pena que haya tanta espera para nuestro trabajo. pero dice, lo decía no ha mucho: "Esto servirá para muchos". ¿En qué sentido en cuántos sentidos se entiende esto? No lo sé.

El me hizo una promesa. Le decía yo: "¡Jesús, cuánto me gustaría ver la ceremonia de tu mayoría de edad!" Y Él me contestó: "Es lo primero que te daré tan pronto podamos estar sin miedo a que se perturbe el misterio. Y lo pondrás después de la escena de mi Madre, Maestra mía y Maestra de Judas y de Santiago que te mostré recientemente (29-10). Lo colocarás entre ésta y la Disputa en el Templo".

Se calló un momento, sonriendo y acariciándome, y después, poniéndose serio y severo, me dijo:

"Te lo daré... si veo que no hay mal comportamiento con mi don y con mi instrumento. Mal comportamiento de parte de quien está más cerca de ti. No es posible exigir a todos respeto para los dictados y para la "portavoz". Respeto y caridad. Pero sí a aquellos que, por estar en contacto contigo, deben, si son rectos, comprender cuanto hay de sobrenatural en todo esto y portarse como deben.

 

Tú eres una nada; mas Yo te llamé a esta misión y para esto te formé

 velando hasta por tu formación mental.

 

Tú eres una nada; mas Yo te llamé a esta misión y para esto te formé velando hasta por tu formación mental. Te doté de una facultad poco común de composición pues lo necesitaba para hacer de ti la ilustradora de las escenas evangélicas o místicas en las que Yo habría de hablar u obrar, bien por Mí o por medio de mis santos. Para esto te crucifiqué en los afectos del corazón y en la carne a fin de que te vieses libre de toda esclavitud de afectos y dueña de tantas horas de tiempo como ninguna otra persona sana podría tener. Para esto te suprimí hasta las más perentorias necesidades del alimento, del sueño y del descanso reduciéndolas a un mínimo insignificante. Y para esto, en fin, en un cuerpo atormentado y consumido por cinco graves y penosas enfermedades mayores y otras diez menores, he aumentado su energía para posibilitarte hacer aquello que uno que esté sano y bien nutrido no sería capaz de realizar.

 

Y querría que esto se entendiese como un signo de seguridad

 

Y querría que esto se entendiese como un signo de seguridad. Mas esta generación árida y perversa nada entiende, únicamente atenta a que el Señor no llegue a dar una señal de castigo, que la podría dar si Yo quiero y que a ti, pequeño Juan, mi pequeño amor, te haría feliz. Te puedo tomar a ti conmigo y dejar que éstos, carentes de respeto y de fe, o con larvas tan sólo de fe y de respeto, se entretengan con las migajas de cuanto tenía pensado dar. Migajas, si se compara con la cantidad del trabajo que habría de dar.

Tú, es cierto, eres una nada; mas Yo he entrado en tu "nada" y he dicho: "Ve, habla y escribe", viniendo a ser esa nada instrumento mío. Y lo que es mío está siempre consagrado, debiendo ser como tal tratado.

 

Escucha esta parábola:

CUÁL ES EL CÁLIZ DE MAYOR VALOR

 

Escucha esta parábola:

En el taller de un orfebre hay variedad de cálices de plata, con labor de repujado algunos, artísticos, con incrustaciones de oro y hasta de perlas; y otros, bellos tan sólo por el metal y por su forma pulida y cóncava semejantes al lirio erguido sobre su grácil tallo.

Llegan los compradores que los ven. Muchos, ricos señores, compran cálices para sus suntuosas moradas. Eligen los más hermosos, repujados del todo e incrustados de perlas, y se los llevan. Por último, un cura humilde, con las limosnas de sus parroquianos, compra un simple cáliz de plata, el más sencillo y humilde, como lo es aquel cura y también la iglesia que él regenta. La compra es, por tanto, humilde como humilde es la reducida suma de las ofrendas acumuladas centavo a centavo.

El pobre cura marcha con su tesoro, completamente feliz, pensando que Jesús descenderá con su Sangre y con su Cuerpo, con su Alma y con su Divinidad a aquel cáliz nuevo, más digno de El, Santísimo, que no aquel otro, reducido por el uso de decenios a un estado lamentable. Y no ve llegada la hora de la mañana del domingo para poderlo usar, ponerlo sobre la piedra sagrada y pronunciar sobre él las palabras santas: "Este es el Cáliz de mi Sangre..." ¡Oh, qué santo es aquel cáliz, a sus ojos y a los de quienes creen, desde el momento en que la fe ve en él la Sangre de Jesucristo, Salvador, Verbo de Dios, Hijo del eterno Padre! ¡Resplandece, no por su luciente y renovada plata sino por toda la Luz que en sí encierra!

Ahora dime: si penetrase un ladrón nocturno, tanto en las ricas moradas a las que fueron llevados los magníficos cálices, como en esta iglesia en la que, encerrado en un pobre armario, aguarda este sencillo cáliz a ser empleado al amanecer en la Misa cotidiana, ¿cuál sería hurto mayor? ¿El de los ricos cálices? No, sino éste; porque, más que hurto, es sacrilegio. Yo, al descender a ese cáliz, lo he ennoblecido de suerte que destierra y supera toda otra nobleza, así de precio como de labor, materia y belleza. Es sagrado por haberlo Yo escogido y como sagrado debe considerarse y ser tratado con el respeto debido a una cosa sagrada.

El que tenga oídos para oír que oiga.

Basta por ahora, pues el pequeño Juan se encuentra ya extenuado, si bien más contento por haber tenido algo para él... ¡Eres una gran mendiga! Pero aún estás más extenuada. ¡Abajo! ¡En paz!

 

Aprende a saludar como te enseñé

 

Aprende a saludar como te enseñé (3-11). No lo haces sino raras veces y siempre te olvidas de encabezar así tus cartas. Recuérdalo.

Mi paz sea contigo."

Tiene razón. Lo olvido por más que me guste tanto. ¡Soy una desmemoriada!

Me desagrada mucho sentir a Jesús descontento. Está descontento por algo que ocurre dentro de nuestro más estrecho círculo. Estoy segura de ello.

¡Que prisa tengo por "ver" esta nueva escena de su vida infantil! ¡Jesús mío...! Para hacerme escribir esto me ha hecho mover antes de llegar el día puesto que después ya no hay libertad. Ahora son las 8 y comienza el ir y venir.

744-747

A. M. D. G.