LA PRIMERA PREDICACIÓN DE ZELOTE Y 

DE JUAN

 


 

#Jesús hace varios milagros: cura a un niño que cayó a las llamas, a un anciano tuberculoso, un milagro invisible, pero real, que obraron las palabras de Jesús   

#Jesús presenta a los apóstoles a sus discípulos para que se dirijan a ellos en sus necesidades espirituales  

 #JESÚS CURA A UNA ANCIANA SEMIPARALIZADA   

#Jesús les manda a los apóstoles a que atiendan a las gentes 

  #JESÚS LES DEJA SOLOS   

#Mateo les aconseja y dice a Judas Tadeo que rece la plegaria de Salomón para alcanzar la sabiduría    

#Santiago de Alfeo responde a las preguntas que le hacen la gente   

#Entre lo presentes está Hermas con Esteban, el predilecto de Gamaliel, que preguntan   

#Zelote toma la palabra: "No existiría el arco si no existiese base en el camino oscuro. Este sirve de centro para que él lance y suba a lo azul que a ti te gusta....  

 #Pero ¿cómo subir? dice Esteban   #Juan, que con la cabeza inclinada pero sonriendo, ha estado escuchando, levanta una cara luminosa y toma la palabra   

#¡Amar!, he aquí el secreto!... ¡Amar! Darse... ¡Amar!... Borrarse... ¡Amar! Fundirse...  

 #Esteban lanza un grito: "¡Bendito tú! Dime ¿quién eres?"

 


 

Al llegar Jesús a la mitad de la ladera encuentra a muchos discípulos y a muchos otros que no lo son que poco a poco fueron uniéndose a ellos, y han venido hasta aquí que es lugar fuera del camino, por que tienen necesidad de milagros, porque desean oír la palabra de Jesús. Llegaron seguros porque la gente les indicó el lugar o por instinto del alma. Me imagino que los ángeles de los hombres los guiaban a ellos, deseosos de Dios, del Hijo de Dios. No creo que invente una leyenda. Si se piensa con qué prontitud y astuta constancia Satanás llevaba enemigos a Dios y a su Verbo, en los momentos en que el espíritu demoníaco podía hacer creer a los hombres que hubiese apariencia de culpa en Jesús, es lícito poder pensar, más que lícito es justo, que también los ángeles no fuesen inferiores a los demonios y condujesen los espíritus no diabólicos a Cristo.

 

JESÚS HACE VARIOS MILAGROS: 

CURA A UN NIÑO QUE CAYÓ A LAS LLAMAS, 

A UN ANCIANO TUBERCULOSO, 

UN MILAGRO INVISIBLE, PERO REAL, QUE OBRARON LAS 

PALABRAS DE JESÚS.

 

Jesús es pródigo en milagros y en palabras de consuelo para todos estos que lo han esperado sin cansancio ni temores. ¡Cuántos milagros! Como una florescencia igual a la que embellece los riscos del monte. Grandes como el acaecido en un niño, el cual cayó dentro de un pajar en llamas. Se le sacó cruelmente quemado, se le trajo sobre una camilla. Era un montón de carne asada que gemía lamentosamente bajo el lino con que lo han cubierto. Su cara quemada tenía un aspecto horrible, parecía que estaba por morir. Jesús lo curó soplando encima y cerrando las quemaduras que desaparecieron en tal forma que el niño se levantó completamente desnudo y feliz corrió hacia su mamá que lo acarició bañando con sus lágrimas de alegría su cuerpo del todo curado, sin señales de fuego; besó sus ojos que se creía habían sido quemados pero que por el contrario están sanos y resplandecientes de alegría. Sus cabellos están cortos, pero no quemados, como si la llama hubiese sido una hoja de rasurar y no de muerte. Jesús cura a un anciano tuberculoso que dice: "No por mí, sino porque debo hacer las veces de padre para los nietecitos huérfanos y no puedo trabajar la tierra con este tumor clavado en la garganta, que me ahoga." ...

Y también el milagro invisible, pero real, que obraron las palabras de Jesús: "Entre vosotros hay uno que llora con el corazón y no se atreve a decir con la boca: "¡Ten piedad!" Te digo: "Sea como tú pides. Ten piedad, para que sepas que soy la Misericordia". Se generoso para con Dios. Rompe toda ligadura con el pasado. Ven a Dios a quien sientes, con corazón libre, con amor total." Quién sea, entre la multitud, al que o a la que fueron dirigidas estas palabras, no lo sé.

 

JESÚS PRESENTA A LOS APÓSTOLES A SUS DISCÍPULOS PARA 

QUE SE DIRIJAN A ELLOS EN SUS NECESIDADES ESPIRITUALES

 

Jesús agrega: "Estos son mis discípulos. Son tantos representantes míos, porque como a tales los he elegido. Dirigios a ellos confiadamente. Les he enseñado lo que necesitan vuestras almas..." Los apóstoles espantados miran a Jesús, pero Él sonríe y continúa: "... darán a vuestras almas luz de estrellas y consuelo de rocío que harán que no languidezcáis en las tinieblas. Luego vendré, os daré plenitud de sol, toda la sabiduría para haceros fuertes y felices con una fortaleza y alegría sobrenaturales. La paz sea con vosotros, hijos. Otros más infelices y pobres que vosotros me están esperando. No so dejo solos. Os dejo a mis apóstoles y es como si dejase a los hijos de mi amor confiados al cuidado de las nodrizas más amorosas y fieles."

 

JESÚS CURA A UNA ANCIANA SEMIPARALIZADA

 

Jesús hace un ademán de adiós y bendición y se abre paso entre la multitud que no lo quiere dejar partir, y es entonces cuando se produce el último milagro, el de una viejecita semiparalizada que llevó el nieto. Alza el brazo derecho que está paralizado y grita: "El apenas me tocó al pasar con su manto, y me curé. Ni siquiera se lo pedí, porque soy ya anciana... El tuvo piedad de mi deseo secreto. y con el manto, con su punta que me tocó apenas el brazo muerto, me he curado. ¡Oh, cuán grande hijo ha tenido nuestro santo David! Gloria a su Mesías. ¡Mirad, mirad! también mi pierna está curada como el brazo... Oh, me siento como de veinte años."

 

JESÚS LES MANDA A LOS APÓSTOLES QUE ATIENDAN 

A LAS GENTES

 

Al dirigir todos su mirada a la anciana, que grita feliz con todas sus fuerzas, Jesús puede escabullirse sin que le estorben. Los apóstoles van detrás de Él. Cuando están ya solos, casi en la llanura, entre tupidos matorrales, se detienen un momento. Jesús dice: "Os bendigo. Regresad a vuestro trabajo y hacedlo como os lo he dicho hasta que regrese."

Pedro que hasta ahora había estado callado, prorrumpe: "Pero, Señor mío, ¿qué has hecho? ¿Por qué dices que tenemos todo cuanto necesitan las almas? Es verdad. Nos has dado mucho, pero somos calabazas, por lo menos yo, y... me queda muy poco de lo que me diste. Es como uno que después de una comida siente en el estómago lo más pesado. Lo demás ya no está."

Jesús sonríe completamente: "¿ Y dónde está lo demás ?"

"No sé. Lo que sé es que son como platillos delicados, después de una hora siento como si no tuviese nada en el estómago; mientras si como raíces pesadas o lentejas con aceite, si se requiere tiempo para echarlas abajo."

"Así es. Pero ten en cuenta que las raíces y lentejas que te parece te llenan más, son las que menos te dejan de sustancia: es una escoria que pasa sin mucha utilidad. Entre tanto que los platillos que después de una hora ya no sientes, no están en tu estómago después de una hora, sino en tu sangre. Cuando un alimento es digerido no está en el estómago, sino que su jugo está en la sangre y ayuda mucho más. Ahora te parece y a tus compañeros también quede cuanto os he dicho no os queda nada o muy poco. Tal vez recordáis los papeles que son más conformes a vuestra particular naturaleza: a los violentos los papeles violentos, a los que gustan de meditar los papeles de meditación, a los amorosos los papeles de amor. Sin perplejidad así es. Pero creedme: todo está en vosotros. Aunque os parezca que se ha diluido, lo habéis absorbido. El pensamiento se desenvolverá como un hilo multicolor que según tengáis necesidad os llevará colores suaves o fuertes. no tengáis miedo. Pensad también que Yo sé y que jamás os mandaría si os supiese incapaces de hacerlo. Adiós, Pedro. ¡Ea, alégrate!. Ten fe. Un acto de fe en la Sabiduría omnipotente. Adiós a todos. El Señor quede con vosotros."

 

JESÚS LES DEJA SOLOS

 

Y ligero los deja todavía sorprendidos y espantados con lo que oyeron que tienen que hacer.

"Y sin embargo es necesario obedecer" dice Tomás.

"Sí... Oh, ¡pobre de mí! Como que me voy detrás de él..." murmura Pedro.

"No. No lo hagas. La obediencia para Él es amor" dice Santiago de Alfeo.

"Comenzar cuando lo tenemos cerca, y puede decirnos si nos equivocamos, es una cosa elemental y también de santa prudencia. Debemos ayudarlo" aconseja Zelote.

"Es verdad. Jesús está más bien cansado. Es menester ayudarlo un poco, según nuestras fuerzas. No basta con llevar las alforjas, preparar los lechos y la comida. Eso lo puede hacer cualquiera. Pero ayudarlo como Él quiere, en su misión" expresa Bartolomé claramente.

"Como eres docto, dices bien. Pero yo... Pero yo soy casi un ignorante..." dice con voz llorosa Santiago de Zebedeo.

"¡Oh Dios! Ved que están llegando los que estaban allá. ¿Qué hacemos?" exclama Andrés.

 

MATEO LES ACONSEJA Y DICE A JUDAS TADEO QUE RECE LA 

PLEGARIA DE SALOMÓN PARA ALCANZAR LA SABIDURÍA

 

Y Mateo: "Perdonad si yo, el más miserable, os aconsejo. ¿No sería mejor rogar al Señor, en lugar de estar aquí lamentándose con lo que nada sirve? Ea, Judas, tú que conoces bien las Escrituras, di por todos nosotros la plegaria de Salomón para alcanzar la Sabiduría. ¡Pronto y antes de que se acerquen."

El Tadeo con su hermosa voz de barítono empieza: "Dios de mis padres, Señor de misericordia que todo lo creaste... etc. etc..." hasta: "... por la sabiduría todos los que te agradaron desde el principio, Señor, fueron salvados." Apenas tuvo tiempo de terminar antes de que llegase la gente, los rodease, los asaltase con miles de preguntas como a dónde fue el Maestro, cuando regresará, y la más difícil de responder: "¿Cómo se hace para seguir al Maestro no con las piernas, sino con el alma por los caminos del sendero que Él señala?"

A esta pregunta los apóstoles se quedan si saber qué responder. Se miran entre sí. Iscariote dice: "Con seguir la perfección" como si fuese una respuesta que diese una explicación completa...

 

SANTIAGO DE ALFEO RESPONDE A LAS PREGUNTAS QUE LE 

HACEN LA GENTE

 

Santiago de Alfeo, más humilde y más calmado, piensa y luego dice: " A la perfección de la que habló mi compañero se llega obedeciendo a la Ley. Porque la Ley es justicia y la justicia es perfección."

 

ENTRE LOS PRESENTES ESTÁ HERMAS CON ESTEBAN, EL 

PREDILECTO DE GAMALIEL, QUE PREGUNTAN

 

Sin embargo la gente no está contenta y pregunta por boca de uno que parece ser su jefe: "Somos en el bien pequeños como niños. Los niños no conocen todavía el significado del Bien y del Mal, no pueden distinguir la diferencia. Y nosotros, en este camino que se nos señala, estamos tan mal preparados para distinguirlo. Conocíamos un sendero. El antiguo que nos enseñaron en las escuelas. Tan difícil, largo, espantoso. Ahora, al oír sus palabras, nos parece que es como aquel acueducto que desde aquí se ve. Abajo está el camino para los animales y para el hombre, arriba; sobre los arcos ligeros, arriba el sol y el firmamento, cerca de las ramas más altas que chocan entre sí y que cantan al viento y a los pájaros, hay otro camino, liso, limpio, luminoso cuanto el de abajo es escabroso, sucio, oscuro, un camino para las aguas que son limpias y parlanchines, que son bendición, que vienen de Dios y que reciben las caricias de lo que es de Dios: de los rayos del sol y de las estrellas, de nuevas ramas, flores, aleteos de golondrinas. Querríamos llegar hasta ese camino alto, que es el suyo, y no sabemos, porque estamos clavados aquí, en lo bajo, con el peso de toda la construcción antigua. ¿Cómo haríamos?"

El que habló es un joven como de veinticinco años, moreno, robusto, de mirada inteligente y de aspecto que no es de pueblerino como el de casi todos los presentes. Se apoya en otro que es más maduro.

Iscariote, que como es alto, lo ve, dice en voz baja a sus compañeros: "Pronto, hablad bien. ¡Está Hermas con Esteban, el predilecto de Gamaliel !" Cosa de terminar por descorazonar del todo a los apóstoles.

 

Zelote toma la palabra: 

"No existiría el arco si no existiese base en el camino oscuro.

 Este sirve de centro para que él lance 

y suba a lo azul que a ti te gusta. ...

 

En fin, Zelote toma la palabra: "No existiría el arco si no existiese base en el camino oscuro. Este sirve de centro para que él lance y suba a lo azul que a ti te gusta. Las piedras enterradas en el suelo, y que sostienen el peso sin poder gozar de los rayos, sin poder volar, no ignoran que existan, porque no falta golondrina que con su chirrido llegue hasta el lodo y acaricie la base del arco, y no falta rayo de sol o de estrella que no les diga qué bello es el firmamento. Así en los siglos pasados de cuando en cuando bajó del cielo una promesa, un rayo celestial de sabiduría, para acariciar las piedras temerosas de la ira divina. Porque las piedras fueron necesarias, jamás son, fueron y serán inútiles. Sobre ellas el hombre ha llegado a conocer el tiempo presente y la sabiduría del conocer sobrehumano.

Ya estoy leyendo tu objeción que veo escrita en tu cara. Todos la hemos tenido antes de haber sabido comprender que es la Nueva Doctrina, la Buena Nueva que se predica a los que no han podido llegar a ser capaces de elevarse hasta ella apoyándose en las piedras del saber, sino que cada vez más encontraron tinieblas como un muro que se entierra en un oscuro abismo.

Nosotros, para salir de esta enfermedad de oscuridad sobrenatural, debemos libertar con valor la piedra fundamental de todas las piedras que están sobre ella. No tengáis miedo de destruir el alto muro que no trae consigo las aguas limpias de eterna fuente. Volved a la base. Esta no se cambia. Es de Dios, es inconmovible. Pero antes de quitar las piedras -no todas son malas ni inútiles- examinad una por una, al sonido de la palabra de Dios. Si oís que no desafinan, conservadlas, usadlas nuevamente para la construcción. Pero si desafinasen o fuesen iguales a la voz satánica -no os podéis equivocar porque si es palabra de Dios, su sonido es de amor, si es voz humana es de sensualidad, si voz satánica, de odio- sólo entonces reducid a añicos las piedras malas. He dicho "reducir a añicos" porque acto de caridad es no dejar detrás brotes u objetos dañosos que puedan seducir al viajero y lo induzcan a hacer uso de ellas para su mal. Destruid completamente cualquier cosa que en vuestras acciones no fue buena, en vuestros escritos o enseñanzas. Es preferible quedarse con poco, elevarse apenas un centímetro con buenas piedras que con malas a metros. Los rayos de sol y las golondrinas bajan también sobre las paredes que casi apenas se elevan sobre el suelo y las florecitas humildes de la vera del camino llegan a acariciar las piedras que están a flor de tierra. Pero las soberbias piedras que quieren elevarse difíciles y ásperas no recibiendo bofetones de zarzas y de hierbas venenosas. Destruid para que construyáis nuevamente, y para que subáis a la voz de Dios después de experimentar la bondad de vuestras antiguas piedras."

 

PERO ¿CÓMO SUBIR? DICE ESTEBAN

 

"Hablas bien. No cabe duda. Pero ¡subir! ¿Cómo? Te hemos dicho que somos menos que niños. ¿Quién nos ayuda a subir sobre la alta columna? Probaremos las piedras al sonido de Dios, destruiremos las que no son buenas, pero ¿cómo subir? ¡Da vértigo sólo al pensarlo!" dice Esteban

 

Juan, que con la cabeza inclinada pero sonriendo, 

ha estado escuchando, levanta una cara luminosa 

y toma la palabra

 

Juan, que con la cabeza inclinada pero sonriendo, ha estado escuchando, levanta una cara luminosa y toma la palabra: "¡Hermanos! Causa vértigo el subir. Es verdad. pero ¿quién os ha dicho que sea necesario lanzarse sobre la cima directamente? Esto no ya los niños, pero ni siquiera los adultos pueden hacerlo. Tan sólo los ángeles pueden lanzarse a la infinitud azul, porque están libres del peso de la materia. Entre los hombres sólo los gigantes en santidad pueden hacerlo.

Tenemos uno todavía, en este mundo envilecido, que sabe hacerlo como los antiguos que florecieron en Israel, cuando los Patriarcas eran amigos de Dios y la palabra del Código eterno era la única, y a la que obedecían todas las creaturas honestas. Juan, el Precursor, enseña cómo se lanza uno sobre la cima directamente. Juan es un hombre, pero la gracia que le ha comunicado el Fuego de Dios, al limpiarlo desde el vientre de su madre, así como el Serafín limpió los labios del profeta, para que pudiese preceder al Mesías, dio a Juan alas de ángel y la penitencia, desde su cuerpo donde arde el espíritu del que es dueña la gracia, puede lanzarse a lo alto del arco, más allá del que está Dios, nuestro Altísimo Señor y puede, dominando los siglos pasados, el día presente, el tiempo futuro, anunciar, con voz de profeta, con ojo de águila que puede mirar fijamente el sol eterno y reconocerlo: "He ahí el Cordero de Dios, el que quita los pecados del mundo", y morir después de este canto sublime que se empleará no sólo en el tiempo limitado, sino en el Tiempo sin fin, en la Jerusalén para siempre eterna y bienaventurada, para aclamar la Segunda Persona, para invocarla sobre las miserias humanas, para cantarle himnos en los resplandores eternos.

Pero el Cordero de Dios, el dulcísimo Cordero que dejó su luminosa mansión de los cielos en los cuales está el Fuego de Dios -oh eterna generación del Padre que concibe con el pensamiento iluminado y santísimo su Verbo, y se lo absorbe produciendo una fusión de amor que crea al Espíritu de Amor en quien se concentra la Potencia y Sabiduría- el Cordero de Dios que ha dejado su purísima incorpórea forma, para encerrar su pureza infinita, su santidad, su naturaleza divina en carne mortal, sabe que a nosotros no nos ha limpiado la gracia, y sabe que no podremos, como el águila que es Juan, lanzarnos a las alturas, a la cima donde está Dios Uno y Trino. Somos nosotros los pajaritos del techo y del camino, somos las golondrinas que tocan el azul del firmamento pero que se alimentan de insectos; somos las calandrias que quieren cantar para imitar los ángeles, pero respecto de su canto, el nuestro es un grito desafinado de chicharra de estío. Esto lo sabe el dulce Cordero de Dios, que ha venido a quitar los pecados del mundo. Porque, si no es ya más el Espíritu infinito de los cielos, pues se ha encerrado en una carne, mortal, su infinitud no ha disminuido por esto, y sabe todo, porque infinita es su sabiduría.

Ved que ahora nos enseña su camino, el camino del amor. El es el Amor que por misericordia a nosotros se hizo carne. Ved que este Amor misericordioso nos depara el camino por el cual hasta los pequeñuelos pueden subir y Él, no porque tenga necesidad, sino para enseñárnoslo, es el primero en recorrerlo. Ni siquiera tendría necesidad de abrir las alas para sumergirse en el Padre. Su espíritu, yo os lo aseguro, está encerrado acá, en la tierra de miseria, pero siempre está con el Padre, porque Dios todo lo puede, y Él es Dios. Va caminando por delante, dejando los aromas de su santidad, el oro y el fuego de su amor. Ved su camino. Cuán perfectamente llega al arco superior. Pero cuán suave y seguro es. No es una recta, es una espiral, más larga; y su sacrificio de un amor misericordioso se descubre en esta largura en la que se detiene Él mismo por amor a nosotros, los débiles. Es más larga pero se adapta más a nuestra miseria. La subida al amor de Dios, es sencilla como sencillo es el Amor. Pero es profunda porque Dios es un abismo que podría decirse inalcanzable, si Él no se rebajase para que las almas que están enamoradas de Él puedan llegar a Él, para sentir que las besa. (Juan habla y llora sonriente, por la emoción que experimenta al revelar a Dios). Es largo el camino sencillo del amor, porque el Abismo que es Dios no tiene fondo, y uno puede subir cuanto quiera. El Abismo admirable llama a nuestro abismo miserable, lo llama con sus luces y dice: "Venid a Mí".

¡Oh, invitación de Dios! ¡Invitación del Padre! ¡Escuchad, escuchad! Llegan hasta nosotros palabras dulcísimas desde los cielos que dejó abiertos Cristo porque abrió sus puertas, y para tenerlas abiertas puso las de la misericordia y del perdón, para que mientras los hombres esperan la gracia lleguen hasta ellos, por lo menos, luces, perfumes cantos y bonanzas, capaces de seducir santamente los corazones humanos. Es la voz de Dios que habla. Dice: "¿Vuestra infancia? Pero ¡si es la mejor moneda! Quisiera que os hicieseis completamente pequeñuelos para que exista en vosotros la humildad, sinceridad y amor de los pequeñuelos, el amor confiado de los hijuelos para con su padre. ¿Vuestra incapacidad? Pero ¡si es mi gloria! ¡Oh, venid! Ni siquiera os pido que probéis antes el sonido de las piedras buenas o malas. ¡Dádmelas! Las escogeré y vosotros construiréis. ¿La escalera a la perfección? ¡Oh, no pequeños hijos míos! Poned la mano en la mano de mi Hijo, Hermano vuestro, y subid así a su lado..." ¡Subir, llegar a Ti, Eterno Amor! ¡Asemejarnos a Ti, esto es, a tu Amor!

 

¡Amar!, he aquí el secreto!... ¡Amar! Darse... ¡Amar!... 

Borrarse... ¡Amar! Fundirse...

 

¡Amar, he aquí el secreto!... ¡Amar! Darse... ¡Amar!... Borrarse... ¡Amar! Fundirse... ¿La carne? Es nada. ¿El dolor?  Nada. ¿El tiempo? Nada. El pecado mismo se anula si yo lo disuelvo en tu fuego, oh Dios. El amor sólo existe. El amor, el amor que nos ha dado el Dios encarnado, nos dará su perdón. Y amar es algo que nadie sabe mejor que los niños. Y nadie es más amado que un pequeñuelo.

¡Oh, tú a quien no conozco, pero que quieres conocer el Bien para distinguirlo del Mal, para tener el firmamento azul, el Sol celestial, todo lo que es alegría sobrenatural, ama y lo tendrás! Ama a Cristo. Morirás en la vida, pero resucitarás en el espíritu, con un espíritu nuevo; sin tener más necesidad de usar las piedras, serás para la eternidad un fuego que no muere. La llama tiende a lo alto. no tiene necesidad ni de escalones ni de alas para subir. Liberta tu "yo" de toda construcción, pon en ti el amor. Te encenderás. Deja que suceda sin restricciones. Aviva, antes bien, la llama, echando en ella para alimentarla tu pasado de pasiones, de saber. La flama consumirá lo que es menos bueno, y lo que ya es metal fino se hará puro. Arrójate, oh hermano, en el amor activo y gozoso de la Trinidad. Comprenderás lo que ahora te parece incomprensible porque comprenderás a Dios, el Comprensible que solo se da a los que se entregan sin medida a su fuego sacrificador. Te unirás a Dios en un abrazo de llama, rogando por mí, el pequeñuelo de Cristo, que ha tenido el atrevimiento de hablarte del amor."

Todos están estupefactos: los apóstoles, los discípulos, los fieles... A quien se dirigió Juan está pálido, entre tanto que él está como una rosa encendida no por la fatiga sino por el amor.

 

Esteban lanza un grito:

 "¡Bendito tú! 

Dime ¿quién eres?"

 

Esteban lanza un grito: "¡Bendito tú! Dime ¿quién eres?"

Y Juan -el cual tiene un movimiento que trae a mi mente el de la Virgen, en el momento de la Anunciación- dice quedito, inclinándose como si adorase al que nombra: "Soy Juan. Soy el más pequeño entre los siervos del Señor."

"Pero ¿quién era tu maestro antes?"

"Otro que no es Dios, porque bebí la leche espiritual de Juan al que Dios santificó de antemano, como el pan de Cristo, Verbo de Dios, y bebo el fuego de Dios que me viene de los cielos.

¡Sea dada la gloria al Señor!"

"¡Oh! Yo no os dejaré más. Ni a ti, ni a estos. Tomadme con vosotros."¿Cuándo? ¡Oh! pero aquí está Pedro, nuestra cabeza" y Juan toma al atolondrado Pedro y así lo proclama como "el primero".

Pedro recobra su aliento: "Hijo, a grande misión, madura reflexión. Este es nuestro ángel que inflama. Es necesario saber si la llama en nosotros podrá durar. Mídete a ti mismo, y luego ven al Señor. Te abriremos el corazón como a un hermano muy amado. Entre tanto, si quieres conocer mejor nuestra vida, quédate. Las greyes del Mesías pueden aumentar sin medida alguna para que sean escogidos los perfectos y los imperfectos, y distinguidos los verdaderos corderos de los cabros."

Y con esta termina la primera manifestación apostólica.

III. 114-124

A. M. D. G.