Las Apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal

Capítulo 28

 

P. Francisco A. Benac S.J.


Curación de cancer de María del Carmen Mendiolea.

 

Padre Benac, misionero jesuita en la India.

El Padre Francisco A. Benac S.J., siendo misionero jesuita en la India, se entrevistó en 1974 con Conchita, una de las cuatro videntes de Garabandal y desde entonces fue un trabajador incansable de Nuestra Señora del Carmen de Garabandal, además de sus muchas otras obras misioneras en la India. El Padre Benac dice que trabajar para la Virgen de Garabandal es una llamada de Dios y una gracia especial de Dios.

En un editorial de la revista "La llamada de Garabandal", boletín publicado en Bombay, en la India, dice el P. Benac:

Algunos de vosotros os habréis dado perfecta cuenta que frecuentemente han aparecido en nuestros semanarios católicos de la India y del extranjero artículos contradictorios referentes a la actitud de la Iglesia hacia las Apariciones de la Santísima Virgen en Garabandal. En este editorial os presento un sumario bastante enriquecedor sobre esta materia.

Fui recibido en dos ocasiones por el Obispo de la Diócesis de Santander Don Juan Antonio del Val. El primer encuentro tuvo lugar el 4 de septiembre de 1978 y duró unos noventa minutos. En este encuentro presenté al Señor Obispo el mensaje oficial dirigido a él por los delegados del Congreso Mundial Mariano de Garabandal que se ha celebrado en Lourdes en Agosto del año anterior.

El Señor Obispo del Val me pidió que diera las gracias a los delegados. A la petición de los delegados de que el Señor Obispo debía invitar sin demora a todos los testigos vivientes de las Apariciones para que le dieran sus testimonios para archivarlos, el Señor Obispo contestó que esta tarea había sido confiada al párroco de Puentenansa y Garabandal Don Juan González.

Este encuentro histórico en una atmósfera de mutua confianaza fue para mí una fuente muy valiosa de información, de inspiración, de ánimo.

El 7 de febrero de 1979 tuve un segundo encuentro, en el Seminario Mayor Diocesano, que duró unos ochenta minutos, donde el Señor Obispo tenía consultas con los diáconos de la diócesis. Fui recibido por el Vicario General y luego por el Señor Obispo del Val quien apreció la información que le presenté después de mi encuentro con teólogos y escritores sobre Garabandal, como los padres Joseph Pelletier de Estados Unidos, el P. Turner y el P. Combe de Francia, Don Julio Porro, canónigo de la Catedral de Tarragona, D. Valentín Marichalar, párroco de Cosio y Garabandal en tiempos de la Apariciones, D. Juán González párroco a cargo de Garabandal en estas fechas, también con el abogado y escritor D. Francisco Sánchez Ventura, autor del libro "Garabandal, las Apariciones no son un mito". También mis encuentros con tres de las videntes de las Apariciones y con el P. Ramón María Andreu.

De esta conversación con el Obispo del Val quedó claro que Garabandal no es asunto cerrado, como se había dicho, que el Obispo del Val siempre ha estado abierto, en caridad y sin prejuicios, para considerar cualquier nuevo suceso que tenga lugar allí. Que considera el proceso de Garabandal como asunto sin concluir y por el hecho asombroso de que los Mensajes de Garabandal han llegado a los cinco continentes, como se hizo evidente por el Congreso Mariano Mundial de Garabandal, en el que estuvieron dos cientos delegados de 26 paises de los cinco continentes.

Además de estos encuentros con el Obispo de Santander, la Providencia me dió dos oportunidades mas que considero de gran valor para cualquier futura investigación de la Iglesia sobre Garabandal. El Doctor Luis Morales de Santander, un conocido psiquiatra, que había dirigido las investigaciones sobre Garabandal en 1961 y el Dr. Ricardo Puncernau de Barcelona.

En una conversación personal con el psiquiatra de Barcelona, el doctor Ricardo Puncernau, yo supe que el doctor Morales le había dicho que él estaba interesado en Garabandal, que había cambiado su opinión respecto a las Apariciones. El doctor Luis Morales, que en los tiempos de las Apariciones decía que todo el asunto de Garabandal no era nada mas que una serie de fenómenos vulgares e histéricos, el 3 de septiembre de 1978, durante una visita de unas dos horas, me dijo el doctor Morales: "Ahora veo la realidad existencial de Nuestra Señora en Garabandal. Considero a Garabandal, como a Fátima, un don de la Providencia para la humanidad. Garabandal es en verdad un regalo de Cristo para nosotros a través de la Madre. Garabandal ha sido una manifestación de la Divina Gracia".

También dijo el Dr. Morales que aceptaba el hecho de que lo sobrenatural estaba presente en Garabandal y que los Mensajes ciertamente venían de Dios. El Dr. Morales fue también testigo de una curación de cancer de uno de sus pacientes y de la desaparición de los dolores de su esposa, antes de su fallecimiento, por medio de un crucifijo besado por la Virgen en Garabandal.

 

Curación de María del Carmen Mendiolea.

 

Durante su estancia en Santander, el P. Benac entrevistó al doctor Angel Álvarez y a su esposa Menchu, María del Carmen Mendiolea, sobre la curación milagrosa obrada por mediación de la Santísima Virgen.

Dice el doctor Angel Alvarez:

Menchu, mi esposa, tenía 27 años y estaba embarazada de unos ocho meses aproximadamente y un buen dia empezó a ponerse enferma en el sentido de que le salían unos hematomas por el cuerpo y empezó a tener una gran anemia. Se decide su ingreso en el hospital de Valdecilla, Santander, y se diagnostica de momento que tiene muy pocas plaquetas. Habían bajado los hematíes o sea la anemia era mas importante y como ya tenía un antecedente y estaba diagnosticada de una "púrpura" pues se sospecha en ese momento que es el mismo cuadro.

Uno de los problemas que había era si había que terminar el embarazo pues se temía que, al no tener plaquetas, se puede desprender la placenta, había un cuadro de hemorragia aguda. Se decide quitar el bazo, se consulta con los cirujanos y técnicamente era posible. Parece ser que sí, pero mientras es y no es, le ponen una medicación, le ponen corticoides, le ponen sangre y un buen dia surge lo que yo me temía. No tenía plaquetas, prácticamente ya no las contaban, a quinientas plaquetas o por ahí. Decía: tengo miedo que se desprenda la placenta y empiece a sangrar. Me decían: no te preocupes, pero no pasó ni media hora siquiera y empieza a sangrar.

La intervención, que se había programado al dia siguiente, hay que hacerla de urgencia. Entonces hay que preparar plaquetas, hay que hechar mano de muchas amistades, porque las plaquetas se tardan en preparar. Se preparan muchas bolsas de plaquetas, se prepara la sangre, se le trasfunde, se le pone en condiciones. Esto había sido hacia las once de la noche y por la mañana se le lleva a quirófano, con un estudio de coagulación bastante aceptable. Se le hace una cesárea, sale una niña, y a continuación se le quita el bazo.

Hasta ahí, en cierto modo, iba todo muy bien, pero que no pasa ni una hora de la intervención y se pone muy mal. Vuelvo a avisar a mis compañeros; aviso a los hematólogos por un lado, a los que la habían operado por otro y se vé que va muy mal y se baja a cuidados intensivos. De momento el estado de shock se logra reponer, la etapa grave de momento se soluciona pero lo que viene peor es el diagnóstico. Me dicen que tiene una eritremia.

Para que se comprenda mejor, una eritremia es el equivalente a una leucemia pero de los glóbulos rojos. El diagnóstico era fatal, la eritremia tiene una supervivencia muy corta, de meses mas bien, a un año. Esto había sido en Valdecilla; de Valdecilla sube a la Residencia Cantabria a operarse, de ahí baja a cuidados intensivos en la misma Residencia Cantabria. Cuando el post-operatorio era aceptable, baja nuevamente a Valdecilla con el mismo diagnóstico, es decir con una eritremia.

En el proceso intervinieron muchísimos doctores. Intervinieron todo el equipo de hematología, con el jefe de servicio, jefe de sección y adjuntos; intervineron los patólogos, que es un matrimonio, el matrimonio Val; intervino el equipo del doctor García Conde, jefe del departamento de medicina interna y hematólogo; los cirujanos y el tocólogo para la parte de cesárea y mas gente, laboratorio, etc.

Menchu, mi esposa, tenía 27 años y era su tercer parto. En esto es cuando empiezan mis cuñadas dándole vueltas que si lo de Garabandal, que aquí va a ser como la otra vez, etc. Me acuerdo que hablé con mi suegro y le dije que no hay nada que hacer y que está muy mal. Por mediación de Jacinta, me mandan una medalla besada por la Virgen en Garabandal y el mismo crucifijo que le habían traido la primera vez que se había curado.

Empiezo a darle vueltas: ¿que si esto es verdad?. Se empieza a rezar y ya me empezaba la idea de ir a Garabandal. Hay que ponerse en ese momento, porque me habían dicho que la situación era muy grave y que no había nada que hacer. Esto fué en noviembre de 1975. Empiezo a tomar lo de Garabandal más en serio y pensé en subir a Garabandal.

Hablo con mi cuñado: ¿tú sabes donde está Garabandal?, pues sí, me dijo. Antes de subir Garabandal hablo con el jefe de sección, un gran amigo, el doctor Garijo y le digo:

-- Garijo, me parece que esto va a cambiar.

-- ¡ojalá sea así!.

-- y tú ¿qué dirías?.

-- que nos hemos confundido o que es un milagro.

No acababan de pasar ni cinco minutos y viene el jefe de servicio, el doctor Zubizarreta. Le dice Garijo a Zubizarreta:

-- oye, mira lo que dice este.

-- pues sí, que os vais a llevar una gran sorpresa dentro de poco. Estaba muy entero a pesar de que la situación era muy mala. Entonces el doctor Zubizarreta me dice:

-- Mira, me parece muy bien esa moral que tienes, pero mi misión es volver a recordarte que esto está muy mal y que hay poco que hacer aquí.

Le digo a Zubizarreta:

-- tú, ¿qué dirías si esto cambia?.

-- pues que es un Milagro.

-- pues mira , creo que vas a tener que firmar eso.

Era el 7 de diciembre, víspera de la Inmaculada. Me fui a Garabandal con mi cuñado. Había una gran helada, nos costó arrancar el coche. Subimos allí a Garabandal y había ¡un frio!. Eran la diez de la mañana, entramos en un bar para que mi cuñado desayunase pero yo tenía ganas de subir a Los Pinos, donde hubo muchas Apariciones de la Virgen, porque yo no tenía ganas de desayunar ni nada.

En el lugar llamado Los Pinos, con la pequeña imagen de la Virgen del Carmen de Garabandal.

Subimos a Los Pinos y lo que me impresiona enórmemente fue que, con el frío que hacía, estaba allí un señor rezando con los brazos en cruz y ni se inmutó para nada. Rezo mi Rosario por los dedos, no me acordaba de los misterios. Termino, bajo y en el coche le digo a mi cuñado: Menchu está curada.

Esto que dijo el docor Álvarez fue por lo que habia sentido y vivido en los pinos y por ello estaba seguro.

Javier, mi cuñado, mira para mí como diciendo: este ya desvaría. La situación era bastante mala antes de esto, yo me encontraba mal con todo el problema que se me venía encima, pero las cosas cambiaron después de rezar el Rosario en los Pinos. Llego a Valdecilla pero yo estaba esperando al dia siguiente que era el dia de la Inmaculada, el 8 de Diciembre, porque, como todos los dias la pinchaban, esperaba los análisis. Estaba convencido que las plaquetas ya estaban bastante bien. El dia anterior tenía unas quinientas o mil plaquetas y casi ya no las contaban. Le hacen un análisis por la mañana, me encontré con la hematóloga de guardia y le digo:

-- ¿los análisis de mi mujer?.

-- ¡Ah, si está muy bien, tiene más de treinta mil plaquetas!.

Tenía una cosa muy mala que eran muchos hematíes jóvenes que ya eran células malignas, la eritremia. Y a partir de ese momento, todo a partir de ese momento, las células malignas van bajando, las plaquetas van subiendo, y se acabó todo el cuadro.

Entonces voy a hablar con Zubizarreta, el jefe de hematología, digo yo:

-- ¿Qué me dices ahora, Zubizarreta?.

-- Pues que nos hemos confundido, pero si es que es de libro, no sé que decirte chico, basta que sea tu mujer, ...

Pero allí estaba el bazo que se le quitó, todas las pruebas y análisis confirmaban que había una eritremia. Los cortes del bazo ahí siguen y si álguien lo quiere mirar y quiere decir algo que lo diga. La cosa es que la eritremia ha desaparecido. Tiene que darse cuenta le gente que todos éramos compañeros, que se molestaron enormemente por ella. El cuadro ese existía y todos hicieron todo lo que pudieron para curarla.

Yo les digo muchas veces, no os preocupéis, no estábais confundidos, lo que pasa que Alguien ha querido cambiar la evolución del cuadro, así de sencillo.

 La curación era a todas luces un Milagro de Dios por mediación de la Virgen de Garabandal.

 

María del Carmen Mendiolea, Menchu, cuenta lo que sintió durante esta enfermedad y cuenta también otra curación, por mediación de la Virgen de Garabandal, que ella vivió cuando tenía 18 años.

Dice Menchu:

Cuando caí embarazada, tenía muchísimo miedo, sabía que algo me iba a ocurrir. Siempre lo estaba diendo: me va a pasar algo, me voy a morir y voy a dejar a los otros crios, sufrí muchísimo. Me sentía morir, me faltaba oxígeno, me estaba muriendo en casa, pero nadie me creía. Me decían que tenía baja la tensión y con eso ya se quedaban conformes.

Fuimos a la Residencia, me hicieron unos análisis y al dia siguiente me iba poniendo peor y me tuvieron que ingresar. La niña nació viva, normal, muy chiquitina, lo que pasa que pesaba unos 2 kilos y medio y murió luego por prematura.

Me hicieron barbaridades y media, y en intensivos aguantaba todo por los crios. Habían venido mi cuñado, que es médico, mi cuñada que también es médico y también mi padre y nadie me decía nada de la niña. Pensaba: ¿mira que si me muero y dejar ahora a los crios?.

Con frecuencia entraba Don Ignacio, el Capellán de la Residencia:

-- ¿quieres que te dé la bendición?.

-- no me dé ninguna bendición porque yo no me quiero morir.

Un carmelita me había sacramentado la primera vez y recuerdo que me decía: mira, si tú te mueres estando embarazada, vas al Cielo derecha.

En este punto pasa Menchu a contar la curación de su primera enfermedad ya que ésta ya está descrita por su esposo.

 Años atrás, durante la primera enfermedad pasó igual. Yo tenía 18 años. Me empezaron a salir hematomas por todo el cuerpo y fui al doctor Tresmanes y me dijo que tuviera mucho cuidado, que era una "púrpura" pero que con el tratamiento se me quitaba. Iba a peor y me tuvieron que ingresar en Valdecilla. Entonces me empezaron a meter trasfusiones y le dijeron a mi padre que yo no salía de allí y que me llevara a morir a casa. Pero mi madre dijo que no y siguieron con las trasfusiones.

Estuve como unos diecisiete dias en un coma. Justo el dia que me estaban sacramentando, llegaron los rosarios. Me dieron la extremaunción porque no había ya remedio. Entonces también me llegó el crucifijo besado por la Virgen en Garabandal y también los pinos. Entonces, mi padre, que siempre rezaba muchos rosarios, hizo que todo el mundo allí, el grupo de amigos jóvenes, empezasen a rezar. Incluido este Carmelita que para mí fué todo, como mi hermano mayor, me velaba todas las noches.

Empezaron todos a rezar y me dicen que yo empecé a abrir los ojos y que ya vieron que yo me movía. Entonces llamaron al médico, me hicieron análisis y vieron que las plaquetas habían subido. Como yo estaba muy nerviosa, le dijeron a mi padre que era mejor que me mandaran a casa para que me recuperara un poco porque yo me tenía que operar para quitarme el bazo.

Me vine para casa y a los ocho dias fuí a Valdecilla para hacerme un control para ver cuántas plaquetas y hematíes tenía para poder operarme. Me hicieron un análisis y tenía trescientas y pico mil plaquetas. Entonces me dijo el médico que como no hacía falta pues que no me operaba.

A los quince dias de salir de Valdecilla conocí a mi marido y entonces se lo dije: mira lo que me ha pasado, acabo de salir de Valdecilla, lo que me han diagnosticado y además estoy sacramentada que para mi supuso mucho bien el recibir la extremaunción. Mi marido entonces se rió, cuando todavía éramos novios. Me dijo: se han confundido y me acuerdo que le dije: mira, Angel, nó digas eso porque a lo mejor algún dia te va a caer en la boca, como así fue años después.

Como éramos novios y yo tenía medallas besadas por la Virgen en Garabandal, le dije: toma una medalla y se la puse y es la que lleva puesta; una medalla de la Virgen de Garabandal. Esto fue en 1966. Se había divulgado por todos los sitios que se moría la de Mendiolea y luego se divulgó que había habido un milagro de la Virgen de Garabandal y me había curado.

Conocí a mi marido, le dije lo que me había pasado y él no lo creyó;  pero ahora sí que cree; él lo vivió personalmente. Yo, a Garabandal, sí que he subido pero solo subir, rezar e irnos. Nunca me he dedicado a hablar en ninguna tertulia.

En el Colegio habia sido muy trasto y no quise que me hiceran hija de María ni nada. Pero en mi casa, de niña: la Inmaculada y la Virgen del Carmen eso es sagrado, el Sagrado Corazón es sagrado, San Francisco Javier, con papá, también es sagrado. Siempre he creido mucho, quiero decir que no he sido la niña modelo, pero que sí tenía fe en la Virgen como Madre nuestra.

Dice su esposo, el doctor Angel Alvarez:

Yo estudié con los jesuitas y después de rezar tantos rosarios y de ir a tantas Misas, cuando yo vine aquí, dejé todo: ni rosarios ni misas durante muchos años. Pero ahora yo rezo el Rosario todos los dias.

Dice el Padre Benac:

Cuando interrogué a Mari Loli, le pregunté: ¿qué era lo que la Virgen Santísima le habia pedido especialmente?. Me dijo que Ella siempre pedía muchos sacrificios, mucha Oración, y lo que un día me pidió fue que rezase los quince misterios del Rosario cada dia y durante algún tiempo sí que lo fui haciendo pero después lo fui dejando hasta que conocí a mi marido; él  me dijo que hacía ya mas de cinco años que él rezaba los quince misterios del Rosario cada dia. De modo que para contrarestar mi descuido, la Santísima Virgen, por medio de mi esposo, me ayudó, ya que él ya quería a la Virgen tanto o mas que yo.

Dice Conchita, la vidente de Garabandal:

La Virgen, muchas veces, no nos miraba precisamente a nosotras, sino más lejos, a la gente que había detrás. Cambiaba a veces de semblante; pero sin dejar de sonreír. Yo le preguntaba: "¿A quién miras?", y Ella me decía: "MIRO A MIS HIJOS".

Hablábamos con Ella de todo, hasta de nuestras vacas. Se sonreía mucho. También jugábamos. ¡Qué felices éramos entonces!. Me gusta oír hablar de la Virgen; he oído a muy pocos sacerdotes hablar de Ella.

¡Qué bien se estaba con la Virgen!. Era verdaderamente como una amiga, una madre, la mejor de las madres; igual que si viviera con nosotras. Y nos llamaba por nuestro nombre familiar, como lo hacía la gente. No decía "María Concepción", sino "Conchita". Ni tampoco "María Dolores", sino "Loli". Ahora nos cansamos en los ratos de oración; pero entonces no sentíamos cansancio, ni sueño, ni nada. ¡La veíamos tantas veces!.

 

A. M. D. G.


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