La Imaginación (11)

Envuélveme Señor con tu Espíritu Santo, para seguir escribiendo según tu Voluntad.

Lo primero, Señor, te doy gracias, empiezo otro capítulo. Tú sabes que núnca pensé llegar a tanto, pero aquí me tie- nes, me apoyo en Tí y sigo escribiendo lo que a través de lo que veo me facilitas, no es facil para mí pero adelante, mi mayor deseo es hacer tu Voluntad. Veo a cuatro animales juntos de color marrón, su piel la- nosa pero lisa, grandes como el oso polar pero sus bocas muy diferentes, no sé que animales eran, formaban un grupo amisto- so pero de pronto les veo enfrentarse, dos contra dos, cara a cara abriendo sus bocas redondas y grandes, enfurecidos, y a dos de ellos al enfrentarse con los otros, les entraba por la boca algo así como trozos de hilo del color del fuego envuel- tos de otra cosa como si bramara, algo imposible para mí de explicar, cuyos trozos como hilos, a lo largo, les entraban por la boca al tiempo que todo ello, creo, les impedía acer- carse a los otros y no se si por eso, o, porque lo que les en- traba por la boca les quemaba por dentro, se enfurecían más. Una noche entre lo que había en la visión sin poder saber que era estaba la figura de un hombre de pie, muy delgado con traje azul, de cuya figura solamente veía como hasta la cin- tura, pero poco a poco empecé a ver más y más su figura y an- tes de llegar a ver su rostro me entró miedo y dejé de mirar al estar delante de mí, muy cerca. Luego, pensando en ello no supe decirme a mí misma por qué no tuve valor, así que, sola- mente el Señor, si entraba en sus planes, me podía dar otra oportunidad ante mis reacciones que no puedo evitar aunque después lo lamente. Entre lo que acabo de exponer pasaron unos días cuando o- tra noche el Señor me concedió esa oportunidad sucediendo de la siguiente manera: Estaba durmiendo y al despertar, en ese instante, veo la cabeza de un hombre con el rostro ha- cia arriba pero sin ver en qué apoyaba su cabeza y aunque era una visión totalmente clara, solamente me fijé en su barba un poco larga de color castaña, y, retiré la mirada sin fijarme en su rostro; nuevamente reaccioné así, estaba hacia la iz- quierda y cerca de mi vista pero fue al retirar la mirada ha- ciendo un ligero movimiento con la cabeza mirando hacia la de- recha, me encuentro de lleno con otro hombre, estaba de pié aunque solamente lo veía desde la cadera, tan cerca de mí que cara a cara nos miramos, creo se dió cuenta cómo me fijé en su rostro porque aunque sin mirarle a los ojos, sentí su mira- da clavada en mí, mientras yo sin inmutarme me fijaba en su rostro porque algo había en él que me resultaba conocido, un rostro serio pero al mismo tiempo su semblante reflejaba con- fianza para mirarle sin temor. Me fijé en su pelo liso, pei- nado hacia atrás como en una sola capa que le llegaba has- ta la nuca, muy pegado como si llevase cantidad de fijador; su rostro y cabeza en su conjunto parecía infantil, podría ser por su delgadez. Dejé de mirarle fijándome en su chaque- ta de color azul, cruzada, le quedaba muy holgada, no le sen- taba bién, quizá por ello me pareció anticuada, y, dejé de mirar. Me quedé pensando, dándole vueltas en mi cabeza em- pezando por la chaqueta de color azul y lo holgada que le que- daba por su delgadez, coincidiendo ambas cosas con la figura que noches antes dejé de mirar al no tener valor para ver su rostro y no dudé era la misma persona. Luego, en varios días sucesivos recordando su rostro que me parecia conocido, me he dado cuenta de quien era, también con la ayuda de la te- levisión que con frecuencia esta persona, al ocupar un cargo público, és noticia. Le he dado gracias al Señor por facili- tarme por segunda vez esa visión y sin temor, sin olvidarme de recordarle lo calamidad que soy porque si no fuese por Él que todo lo prevé, me facilitó encontrarme cara a cara con esta persona, al retirar la mirada del rostro que tenía bar- ba, que ni yo misma sé porqué, no pudiendo decir si me era o no conocido. Siguiendo con lo que explico, pensaba yo en otro momento como describir a esta persona según estaba en la visión que no reconocí y, fue en ese instante con gran sorpresa para mí me doy cuenta de lo que ello significaba. Cuando me su- cede algo así, por el impacto que hace en mí, no dudo es co- sa del Señor y por ello lo escribo. No hace mucho tiempo a esta persona la he visto en otra visión tal cual es ahora y en el acto lo reconocí; esta visión está escrita en el ca- pítulo octavo, és la penúltima visión de este capítulo, don- de también explico desempeña un cargo público. En esa visión me llamó la atención su mirada, mirada que me llevó a pedir al Señor que Él fuese la causa y de Él reciba la Luz que ne- cesita. ¡Es tan fácil encontrarse con el Señor!, sencilla- mente, contemplando cualquier punto del universo, todo crea- do por Dios..., cualquier momento es posible, como también, me llevó a recordar a Saulo cuando iba camino de Damasco y la voz del Señor le salió al encuentro diciéndole: ¡Saulo, Saulo! ¿por qué me persigues?. Saulo, por haber respondido con sus buenas obras el resto de sus días, según la Voluntad del Señor, fue reconocido santo a los ojos de Dios y también de los hombres. Que así sea es lo que le pido al Señor para esta persona que, según le he visto en la visión, estaba irre- conocible. Otra noche veo un ojo negro mirándome, había mucha oscuri- dad y estaba entre sombras negras, como al acecho, según le ví retiré la mirada. Una noche la pasé como si no dejase de rezar, siempre que me despertaba tenía ante mi vista mucho revoltijo de cosas sin poder definir que había allí y a veces veía como una luz entre ello, que hacía contraste con lo demás. Me ponía a re- zar por las necesidades ajenas, así cuantas veces me desper- taba, y por ello en mí, la sensación como si no dejase de re- zar cuando me despierta dos timbrazos seguidos del portero automático; pensé me había quedado dormida ya que el día an- terior me dijeron que hacia las nueve me traerían un encargo; miré el reloj y veo era poco más de las siete, así que des- pués de lo que expongo, un tanto pensativa, vuelta a seguir rezando por quien me llamaba; para llamar por el portero au- tomático antes tiene que estar abierta otra puerta que al ser casa familiar no se abre tan temprano, por eso no dudé de que quien llamó necesitaba una oración. Era por la tarde, veo un ojo mirándome, la parte de abajo del párpado superior lo tenía hinchado, como de llorar, le miraba al tiempo que le decía: no sé quien eres; no se iba de mi vista viendo como movía el párpado, cerrando y abriendo el ojo sin dejar de mirarme, entonces y sobre el ojo, aparecen como chispitas plateadas brillantes formando como un pequeño rombo y veo cómo esas chispitas correspondían a las puntas de las dos barras de una Cruz que con sorpresa aparece sobre el ojo y el Cuerpo del Señor clavado en la Cruz; al ver el Crucifijo, de la manera que se presentó, no pude por menos que decir en adoración: ¡Señor mío y Dios mío! así, por se- gunda vez mientras de fondo seguía aquel ojo mirándome; en- tonces, al tener la osadía de pensar si sería la mirada del Señor, al darme cuenta de lo que estaba pensando, rechazan- do el pensamiento como una tentación, también retiré la mi- rada, pero, me fijé en otro punto y allí estaba aquel ojo mirándome; mientras le miraba, una vez más le dije: no sé quien eres. En mi interior por la felicidad que sentí, al- go el Señor quiso decirme pero también al mismo tiempo sen- tí tristeza... Poco después veo el color lila azulón en toda la visión cubierto con nubes negras aunque con poco espesor me permitía ver el color lila de fondo. Otra tarde días después, vuelvo a ver un ojo que me recor- dó el de la visión anterior, estaba sobre el color lila azu- lón, este color muy cubierto como de nubes negras con poco espesor que me permitían ver el color lila; me quedé mirando para aquel ojo que me miraba, un ojo muy natural con la pupi- la de un marrón claro y, según le miraba, aparecen sobre él un grupito de chispitas de color plateadas y por varios ins- tantes pude ver cruzada sobre el ojo una Cruz grande de color plata y a continuación entre el grupito de las chispitas pla- teadas colocadas hacía el centro del ojo en el párpado infe- rior, brotaban lágrimas que una a una salían del ojo, lágri- mas cristalinas. Convencida me quedé que ese ojo era de la misma persona de la visión anterior y que estaba en lo cier- to al pensar que lo hinchado del párpado superior la causa era de tanto llorar.¡ Dios mío! Ahora soy yo quien no puedo contener las lágrimas, me ha emocionado el recordar lo suce- dido y el pensar que quién lloraba es porque verdaderamente nos ama. Era por la mañana, estaba en la cocina con la radio encen- dida, absorta en alguna otra cosa de las que tenía entre ma- nos, cuando de pronto me quedé atenta, el tema, deduje yo, era si, diálogo sí, o, diálogo nó, con los terroristas eta- rras. Quien hablaba, creo estar segura reconocí por la voz, decia que, si había una luz para que ello terminara, "por qué no fijarse en esa luz aunque esta luz esté dentro de un túnel". Al oir esta frase entre comillas me causó impacto recordando una visión escrita en el capítulo anterior; explico sobre un foco con luz que se encendía y apagaba como dando señales, y, entre otras cosas que explico, és al final de la visión, veo estaba dentro de un túnel. Yo no creo en las casualidades y lo que escribo nada es cosa mia, por ello me pregunto si en lo que está escrito y publicado sobre esa visión, que facil- mente se entiende, "ahora", me pregunto, repito, si es ahí es- tá la respuesta a esa frase entre comillas. Observaba una pequeña sombra negra como de un metro entre la claridad que había en la visión, estaba muy cerca de mi vista, cuya sombra se transformó en muchos puntitos negros y entre ello lo que quedó ante mi vista fue la forma de una araña gigante que, entre los puntitos negros parecia como transparente, pudiendo ver sus patas largas que suavemente movía y ha sido cuando empieza a andar en sentido contrario a mí veo que lo que yo creía era una araña tenía rabo, un ra- bo corto como de medio metro de largo, lo movía, pienso yo si para que me diese cuenta. No supe que pensar. Veo a un chico joven, diecisiete años..., su piel bron- ceada, pelo corto rizado, camiseta de manga corta, granate, con pantalón oscuro, estaba a pocos metros de distancia de mí, de pié; al verlo, de aspecto normal, me pareció un jo- ven nativo de otro continente; estaba como en un espacio al aire libre cuando veo como su labio inferior empieza a esti- rarse como si fuese de goma, de manera extraña, tan extraña que retiré la mirada y, en ese instante, veo venir en direc- ción hacia mí, pero a distancia, como un rio de agua y barro con mucho espesor que la fuerza del agua arrastraba revol- viendo aquel barro con fuerza, invadiendo un terreno llano y seco. Al ver lo que explico desaparece la visión. Me pre- gunto qué significado puede tener ese joven en lo que he vis- to. Una noche al despertar veo el rostro de una mujer con la cabeza y cuello cubierto con un pañuelo negro al estilo orien- tal, su rostro era sereno y así se fue de mi vista y fue en ese instante veo como una cortina grande totalmente negra co- mo de encaje muy tupida, algo que me causó cierta impresión, al tiempo que veía cómo por detrás alguién hizo varios agu- jeros y por temor a verme sorprendida con algo desagradable, dejé de mirar. Otra noche entre negrura veo un ojo redondo como empañado que me llevó a pensar era de un animal, a juzgar por otros que he visto y, efectivamente, veo la cabeza de dos animales los que formaban aquella negrura; estaban juntos, lo que lla- mó mi atención de sus cabezas redondas e iguales eran sus pe- los largos, aunque no tengo claro fuesen pelosos; lo que fue- re, formaban pequeños grupos como muy pegados puestos en pun- ta; los seguía mirando para salir de la duda, cuando, hacia el lado izquierdo de la visión, veo el rostro de un hombre, tan grande y así sus facciones que imponía verlo, sobre todo lo que reflejaba su rostro según miraba para algo oculto a mi vista, su expresión, me llevó a retirar la mirada. Esta visión que voy a explicar la he visto como un mes des- pués de la visión anterior, pero como no dudo guarda relación la escribo a continuación. Estaba despierta cuando me fijé en un grupo como de nubes pequeñas, grisaceas, montadas entre sí y entre ellas aparece como parte de otra llena de luz del co- lor del fuego dando realce a la visión; me quedé mirando en espera de lo que pudiera suceder con el propósito de que no me fuese a suceder como dos noches antes que retiré la mira- da sin poder explicar lo que con claridad había en la visión y que ante lo sucedido, me culpaba a mí misma, por ello, al tenerlo muy presente, me encontraba con valor para seguir a- tenta. Lo que sucedió me és imposible explicarlo hasta que fue tomando forma y me doy cuenta eran hombres en fila en sentido vertical, vestidos de color caqui, con camisa, creo estar segura llevaban camisa, la forma de mover sus piernas con ligereza llamó mi atención por su perfección pero según las movían iba viendo al mismo tiempo a más hombres en la fi- la, fue cuando se quedaron firmes sin moverse me doy cuenta de lo que estaba viendo y, digo: son militares en formación; por la forma de presentarse ante mi vista no me fijé en sus cabezas pero cuando estaban firmes, sus cuerpos los veía bo- rrosos y sus cabezas más; estaban a mi izquierda pudiendo ver lo largo de la fila, la formaban bastantes hombres, digo hombres porque claramente había visto que todos llevaban pan- talón. En la visión había claridad y según los veía en fila partiendo ésta más abajo de mi situación, veo destacaba al- go negro hacia el primero de la fila y me llevo la sorpresa al ver era la cabeza de un animal igual a los dos animales de la visión anterior; entonces, digo: militares con cabe- zas de animales, y, seguidamente al recordar el rostro que he visto en la visión anterior, con facciones grandes como su cabeza y lo que reflejaba su rostro, entendí que lo que miraba, eran militares en formación de los cuales yo acaba- ba de ver solamente una de sus filas. Me quedé pensando, sin duda se trataba de algo serio y me decía: de donde, Señor, és este ejército... Al comprender la necesidad que hay de orar, me puse a rezar el Rosario. Veo venir hacia mí a una chica vestida con sencillez pe- ro bien y fue cuando ya estaba frente a mí y muy cerca me doy cuenta que no estaba soñando y se trataba de una visión quedando solo ante mí su rostro; era una chica sobre treinta años más o menos, un rostro bonito con su tez bronceada; me fijé bastante en su pelo largo más abajo del cuello que des- de la frente cortado como en capas con las puntas como mol- deadas le daba gracia al peinado que la favorecía; entonces, me fijé en su rostro que hasta ese momento era de lo más nor- mal aunque apesar de estar tan cerca de mí los rasgos de su rostro no estaban del todo claros como si estuviese a más distancia; me quedé fijamente mirando para su rostro y veo ya con claridad como empezó a mover sus labios como hablan- do pero de manera que resultaba desagradable verla y empecé a rezar por si necesitaba ayuda al tiempo que retiré la mi- rada por el efecto que me causaba pero, la vuelvo a mirar y ya solamente le veía los ojos cerrados y con las dos manos cerradas se limpiaba las mejillas como secando sus lágrimas. La recuerdo con tristeza y rezo por ella. Veo como un lagarto de dos metros de largo, con un cuer- po grande, totalmente negro, estaba como alerta pudiendo ver por momentos parte de otro igual cerca de él; en uno de es- tos momentos pude ver a un grupo, creo de la misma especie pero más pequeños, los he visto de manera singular, como per- filados y transparentes, estaba este grupo delante de los o- tros a poca distancia; también entre esos momentos que veía y no veía al lagarto mayormente visible, veo con rapidez co- mo una barra fluorescente con muchas vueltas formando como un caracol; este detalle me llevó a pensar había personas en peligro de muerte, inesperada, y por lo tanto esta visión encerraba gravedad. Últimamente he vuelto a ver pero abarcando bastante espa- cio como lucecitas esparcidas, esto como en un abrir y ce- rrar de ojos pero que me he dado cuenta; pocas noches des- pués lo vuelvo a ver; siempre que algo así veo, con matices, siempre le pido al Señor por esas personas que están en pe- ligro de muerte. Al tener en cuenta que en ambos casos ello abarcaba bastante espacio, eso llamó mi atención. La visión era clara pero de lo que en ella había solamen- te destacaba la barbilla de un hombre de tez blanca que con la boca semi abierta sin hacer gesto alguno le salía por la boca humo totalmente negro, por instantes paraba y le volvía a salir; por el efecto que me causaba dejé de mirar. Después, al recordarlo, no pude por menos que decir: Qué cosas feas veo, Señor. Una noche estando soñando al sentir el roze de alguien co- mo si estuviese a mi lado, algo ajeno a lo que estaba soñan- do, creí yo, miro y me encuentro con un animal como un mons- truo; al verle tan cerca sintiendo su roce, de manera brus- ca me despierto ante el temor de verme atrapada por quien no dudé era. En ese instante veo uno de los ojos de ese animal mirándome fijamente como también le veía la piel de su en- torno de color verde oscuro, cuya piel formaba como rombos entrelazados; dejé de mirarle y me quedé pensando en lo su- cedido recordando otro sueño y, a partir de ahí comprendí que ambos sueños eran uno solo en dos partes, con su signi- ficado y por eso lo escribo: En la primera parte soñé me en- contraba en un lugar conocido pero me encontraba como perdi- da sin encontrar el camino para regresar a casa, entonces, a cierta distancia veo una casa conocida y pensé que, una vez allí, sabría regresar, así que me metí por un atajo en esa dirección, pero, antes de llegar me quedé parada porque me encontré con mucho agua sobre el terreno que me impedía seguir, miré en otra dirección que me parecia era el camino y, es todo lo que recuerdo de este sueño. Fechas despues, o- tra noche, soñé la segunda parte: Estaba en el mismo lugar y al ver el agua que me impedía seguir recordé que ya la había visto y és en ese momento veo como el agua iba invadiendo más terreno y al tomar yo otra dirección el agua me impedía seguir, así, cualquier dirección que tomaba, entonces, eché un vistazo a mi alrededor y veo que todo el terreno estaba invadido por el agua y me veía rodeada viendo como el agua aumentaba más y más con fuerza faltando pocos metros para alcanzarme; és en ese momento cuando entró en escena sata- nás en forma de animal, rozándome con su cuerpo, que, al verle no dudando quién era, por los motivos que he explica- do con gran sobresalto me despierto. Le he dado gracias al Señor porque sabiendo como sé lo horrible que es estar en poder de satanás, por esta gracia, no tuve miedo a perecer ahogada. Pienso que este sueño el Señor lo ha permitido pa- ra que meditemos y nos preocupemos de velar por nuestra al- ma que es eterna, sería lo más horrible que nos puede suce- der, que la muerte nos sorprenda estando en poder de sata- nás por un pecado grave, si antes no pedimos perdón al Se- ñor; mis gritos pidiéndole ayuda siempre los escucha pero para no verme en ese trance le pido una y otra vez me li- bre de él y me ayude a vivir en su gracia. Verdaderamente, es a satanás a quien debemos temer y nó a aquello que pue- de matar nuestro cuerpo. Lo escribe quien tiene que sufrir- lo para aviso de todos, por gracia del Señor. Estaba despierta cuando veo una sombra negra frente a mí, cuya sombra se parte en dos en sentido vertical con una peque- ña separación entre ambas; de pronto y poco más arriba de e- llas en un abrir y cerrar de ojos veo luz formando un dibujo, cuyo dibujo era como una elipse colocado en sentido horizon- tal formado por barras con luz dorada también por dentro; par- tido en dos por el medio como las dos sombras. El dibujo con luz desaparece rápidamente, no obstante he notado cómo se man- tuvo un mínimo de segundo para que supiera como era el dibu- jo que formaban las barras con luz al estar partido por el medio. Seguidamente veo una boca de animal en cada sombra, iguales, frente a frente y se van acercando hasta juntarse y, es en este punto dejé de mirar pero entiendo se unieron en una sola sombra como al principio la he visto. También me pu- se a rezar por las almas que estaban en peligro de muerte. Una noche he visto rostros con mucho sufrimiento, me da- ban la impresión de que estaban en apuros, destacaban entre mucha oscuridad; me puse a rezar por ellas. Otra noche estando despierta me quedé observando tratando de distinguir lo que tenía ante mi vista de color oro bajo, eran unas cuantas formas alargadas poco más de un metro de largo unas bastante juntas y otras más separadas; según mira- ba veo en dos de ellas la forma de una boca con gesto de su- frimiento y al moverse entre sí algunas quedaron unidas for- mando como una serpiente; estaban como suspendidas en el es- pació y las que se unieron bajaban como en diagonal aumentan- do de tono el color oro y es cuando veo en ello como llamas de fuego pequeñas y entrelazadas algo muy distinto de las llamas de fuego que normalmente vemos, por eso pensé si así será en el infierno. Una se queda seria y pensativa, es todo tan, tan especial y grave que solamente por gracia del Señor una lo puede resistir. Gracias Dios mío, no puedo evitar que los ojos se me llenen de lágrimas, todo sea por Tí, Señor, ten misericordia de nosotros. Una tarde veo con mucho realce el tono color lila azulón y sobre él como una nubecilla negra con mezcla de un verde ama- rillento, digo nubecilla pero después de observar sus movi- mientos ágiles como un pez escabulléndose y saliendo por aquí y por allá entre el color lila, convencida me quedé se trata- ba de un animalito con piel finísima y brillante, su forma re- donda en cabeza y cuerpo yendo a menos como una pequeña cola, así era su forma en su conjunto sin ver perfilados cabeza y cuerpo; según miraba sus movimientos veo parte de un escrito entre ello causándome sorpresa lo que estaba viendo pero rápi- damente se fué de mi vista, no obstante vuelvo a ver el escri- to, pienso yo, para que no me quedase duda. A poco de empezar la visión de manera inexplicable me daba cuenta como por ins- tantes veía el reflejo de teclas sueltas de ordenador así que cuando al final de la visión veo el escrito, pensé que todo ello guardaba relación. A la tarde siguiente vuelvo a ver la misma visión, estaba rezando el Rosario. Me llama la atención que estas visiones donde el color lila azulón está presente las veo siempre por la tarde, antes o rezando el Rosario, a veces solamente se hace presente ese color con nubecillas, o lo que sean, unas veces se mueven como olas, por ejemplo, una tarde se movian hacia arriba inclinándose hacia la iz- quierda, a la tarde siguiente, en sentido contrario; imposi- ble para mí explicar la variedad de lo que veo en estas vi- siones, donde el color verde amarillento mezclado con negro o, negro simplemente, como también aunque en menos casos está el verde amarillento sin mezcla, pero siempre en todas estas visiones está el color lila. Como en estas visiones, que yo recuerde, he visto cuatro cabezas de animales diferentes, es por eso pienso que lo que encierran son cosas distintas. Otra noche me atacó satanás, estaba durmiendo cuando se- mi consciente miro para un edificio alto donde delante había como una plazoleta y sé que en ella había alguna persona co- mo de paso; con esto ante mi vista sin poder decir con que grado de consciencia miraba, empecé a notar algo muy extra- ño entre lo que tenía ante mi vista y yo, como en el ambien- te y le restase visibilidad a ello, pero sobre todo puse la atención en aquello tan extraño que iba en aumento hasta que me doy cuenta que era y, me veo atrapada de tal manera que ni gritar podía por más que me esforzaba sintiendo cómo sata- nás al rebelarme contra él para verme libre me daba pequeños golpes presionando más y más; como no lograba poder gritar acudí al Señor mentalmente y al instante me veo libre. Bus- qué refugio en el Crucifijo y Rosario que tenía en una mano al tiempo que veía un escrito como a través del espacio en sentido diagonal, me fijé pero al ver había algo entre el es- crito confuso para mí, por temor a verle abrí los ojos pero el escrito, solamente el escrito lo seguía viendo; cerré los ojos y veo cómo las letras empiezan a moverse colocándose unas encima de otras en un pequeño espacio hasta que lo que quedó ante mi vista era la piel áspera de un animal, tan ás- pera como si tuviese escamas de color marrón y, dejé de mi- rar. Otra tarde, justo al empezar a rezar el Rosario veo con mu- cho realce algo del color lila azulón, desaparece y aparece un ojo muy normal, bonito, me miraba, estaba sobre una nubecilla muy pequeña de color verde amarillento hacia el borde y, al o- tro lado de esta nubecilla al extremo de la visión, rozándola, se veía negrura, el ojo desaparece y lo vuelvo a ver sobre un trocito del color lila, me seguía mirando, su pupila negra, entonces veo hacia un lado del ojo abarcando muy pequeño es- pacio palabras y sílabas sueltas con letras como transparen- tes que apenas se distinguían pero me dí cuenta, desaparecen pero las vuelvo a ver y al desaparecer, también el ojo, pero seguidamente veo en toda la visión bastante negrura, solamen- te en pequeñas partes se notaba que de fondo estaba el color lila, luego, todo era movimiento, como nubecillas negras que sobre el color lila iban en todas direcciones; con esto ante mi vista traté de concentrarme en el rezo del Rosario y ha si- do al final vuelvo a ver el color lila y nuevamente el ojo pe- ro esta vez en posición mirando hacia arriba, como también vuelvo a ver parte de un escrito con las mismas letras pero a- barcando más espacio, después, veo cómo la pupila del ojo em- pieza a cambiar de color como si de otros ojos se tratara, hasta quedar la pupila del ojo como si fuese un pequeño foco con luz y así se mantuvo dámdome tiempo suficiente para verle. Pienso que lo que explico solamente sirve para hacerse una pe- queña idea de lo que veo. El Señor sabe cuanto me gustaría sa- ber que es lo que encierran todas estas visones que siempre es por la tarde cuando las veo, pero después de lo visto, le dije: me rindo, Señor, hágase tu Voluntad. Era por la mañana poco antes de levantarme, veo un escri- to extenso, muy extenso, en letras negras muy marcadas y gran- des, pero apesar de tenerlo allí mismo ante mi vista, no pue- do decir que modelo de letra era y por supuesto ni leer una sílaba; en diferentes partes del escrito había pequeños espa- cios en blanco y es en uno de ellos veo puesto sobre ello co- mo un cilindro de pequeño tamaño, unos veinte centímetros de alto por quince de diámetro y fue por dentro del cilindro en el espacio en blanco, veo la boca de perfil de un animal que con la boca abierta y grande el gesto que tenía de rabia veo hace otro peor; dejé de mirarle y me fijé en lo que formaba el cilindro, era como si fuese niebla pero negra, se distin- guía perfectamente su forma. Como el escrito no se iba de mi vista y al tener en cuenta el gesto de rabia del animal que habia visto, no dudando era satanás, le pedí al Señor me protegiera y a su Santísima Madre, y acto seguido desaparece el escrito. ENVÍA TU ESPÍRITU SEÑOR Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN 4-9-2005 Era por la tarde, antes de empezar a rezar el Rosario, veo algo del color lila azulón y el resto en la visión esta- ba muy cubierto de negrura, solo y por algunas partes se ve- ía el color lila; recé el Rosario y ya terminando veo como u- na nubecilla muy pequeña de color amarillento muy apagado y en medio de ella la forma de un ojo grande, negro, la nubeci- lla se movía, entonces, aparece un escrito extenso con letra muy pequeña y veo como la nubecilla se movía sobre el escri- to hacia abajo al tiempo que el escrito iba hacia arriba pu- diendo así ver poco a poco lo extenso que era aquel escrito según iba subiendo; observaba todo ello atentamente y veo como la nubecilla se va haciendo más pequeña hasta que sola- mente quedó la forma del ojo en negro justo en el momento que el escrito se detuvo y se colocó al final del escrito quedan- do ante mi vista como punto final. El escrito lo veía, por poner un ejemplo, como si el original fuese escrito sobre o- tro papel y en éste quedara marcado, así, como calcado y sin tinta, es lo más parecido a lo que he visto de manera clara. Por muchos detalles que voy viendo, son muchas las veces que pienso que no hay persona humana que se pueda imaginar lo que escribo; el Señor es grande, grande su Sabiduría. Otra tarde veo nuevamente una nubecilla amarillenta de ba- jo color, se movía y en ella aparece la forma de un ojo, co- mo en la visión anterior pero por dentro de su forma en esta visión el color era lila azulón; al ser esta visión semejan- te a la anterior me llevó a pensar que esta nubecilla se mo- vía sobre el color lila oculto a mi vista; la forma del ojo desaparece y la nubecilla se fue haciendo más grande y nueva- mente aparece la forma del ojo entre la nubecilla, con más realce el color lila por dentro pero también entre la nube- cilla, por partes, se veía negro como si se mezclara entre el color amarillento; desaparece todo ello de mi vista y veo el color lila azulón en toda la visión y sobre él como nubes negras. Una noche veo mucha oscuridad donde destacaban sombras ne- gras juntas y al poco según miraba, hacia la izquierda veo co- mo si estuviese lloviendo y se formó como una cortina; al ver llover digo dirigiéndome al Señor: que llueva suave...; se lo venía pidiendo ante tanta sequía para que la tierra la fuera absorviendo poco a poco sin hacer estragos; desaparece la cor- tina formada por la lluvía y veo cómo por detrás estaban el grupo de los tres animales pero era uno de ellos el que más destacaba, con la boca abierta con gestos de rabia, enfureci- do. Al verlos me quedé triste porque interpreté no era cosa del Señor, el espíritu del mal estaba en ello. Otra tarde veo negrura sobre el color lila azulón, estaba bastante cubierto menos por trozos, ésto poco antes de rezar el Rosario, pero cuando ya estaba terminando veo un pequeño trozo de pared hecha de piedra con trozos pequeños y poco gro- sor, algo realizado a la perfección, cuya pared retenía agua faltando como cincuenta centímetros para rebosar, entonces, veo hacia una esquina de la visión como si el terreno que que- daba oculto fuese rellenando todo el entorno cubriendo también el agua y pared quedando ante mi vista como un terreno llano. En aquel momento no supe que pensar. Otra tarde entre el color lila azulón bastante cubierto como de nubes negras veo rostros entre ello y al fijarme en ellos solamente de uno lo que quedó ante mi vista fue uno de sus ojos negros y según le miraba veo como del ojo le salian como chispitas de color plata y ya fuera del ojo se abrían formando otras chispitas. Una noche entre oscuridad y claros veo el rostro de una mujer, por los gestos que hacía la miraba y no miraba y, me puse a rezar ante lo desagradable que me resultaba verla, no obstante, son personas que sufren que necesitan ayuda y por caridad les echo una mano, pienso que el Señor permite las vea para que rece por ellas, ellas, seguro que agradecidas, un día, rezarán por mí. Otra noche veo un animal parecido a un toro pero su cabe- za muy diferente, estaba que por él se tragaba a quien tenía delante, así lo indicaba los gestos que hacía con su boca a- bierta y la cabeza en alto, en cambio el hombre que estaba delante vestido de negro y de espaldas a mí no parecia temer- le. Me fijé en el entorno, era un terreno extenso donde veía, a lo lejos, a otras personas esparcidas. La piel de este ani- mal tenía el color y brillo como el aluminio, algo que me de- jó sin saber que pensar. Fueron para mí incontables las veces que siempre por las tardes he visto visiones donde el color lila azulón estaba presente, con diferentes matices, que como muestra he escrito mucho sobre ellas, no obstante en cada una de ellas me fijaba atentamente; así las cosas y sobre ellas voy a explicar sola- mente varias más. Otra tarde veo sobre el color lila azulón como nubes ne- gras en movimiento, con mezcla del color verde amarillento con un brillo especial que les daba mucho realce, semejante a la piel finísima de algún animal, como otras veces he vis- to, desaparecián y vuelta a aparecer más bien de abajo hacia arriba, se alargaban en sentido horizontal y vuelta otra vez siendo para mí imposible saber si era la misma u otras; a ve- ces veía en ello como una pequeña boca que me llevaba a pen- sar era un animal. Otra tarde veo como nubes alargadas negras, sin brillo, muy diferentes a lo visto anteriormente; me quedé mirando para una con forma de serpiente, enorme, y según la observaba, por momentos veía en ella una pequeña boca semi a- bierta, la cerraba y al poco la volvía a abrir, no se iba de mi vista; de fondo estaba el color lila. Después de lo visto en esas dos tardes, a la tarde siguien- te me quedé mirando porque me daba la impresión de que estaba el color lila de fondo pero tan cubierto como de una capa ne- gra que imposible para mí asegurarlo aunque a todo ello no le he dado importancia. Ha sido a la tarde siguiente me doy cuen- ta que ante mi vista estaba lo mismo que la tarde anterior y me quedé mirando tratando de saber si por algún punto despun- taba el color lila, pero, me llevo la sorpresa al ver a una persona muy conocida que sobresalía de entre aquella negru- ra como unos veinte centímetros más abajo de sus hombros y el color de su chaqueta gris mas bien claro; al ver a esta persona, pensé no iba acompañado pero nada más que lo pensé veo a quien le acompañaba, iba a su lado izquierdo como un paso más adelante, igualmente he visto a esta persona como veinte centímetros más abajo de sus hombros, con ropa clara y aunque los he visto por separado, poco más que a un míni- mo de segundo, según los he visto fue para mí como si ello no mediase por medio, no obstante ha sido al ver a esta per- sona, me dió la impresión de que lo que los rodeaba era gen- te, bastante gente; se trata de personas muy conocidas e im- portantes, estaban a cierta distancia de mi vista, como ca- minando en la misma dirección donde yo estaba pero mi situa- ción a más altura única manera de poder ver como sobresalían de aquella capa negra que los envolvía. A ambas personas las he visto con aspecto normal pero ha sido por el entorno donde las he visto lo que me dejó pensativa, tanto que, como ello sucedió poco antes de empezar a rezar el Rosario, pedí a los Inmaculados Corazones de Jesús y de María los protegieran. Lo que voy a escribir sucedió escasamente un mes después de lo que acabo de exponer. Fue en la noche del 30 al 31 de Octubre del pasado año 2005. No sé a que hora de la noche me desperté y a oscuras encendí la radio con el fin de saber si ya había novedad so- bre lo que me alegraba saber, justo en el momento que de- cian un nombre y apellidos; por el nombre supe que la cria- tura que había nacido era una niña y seguí atenta en espera de que su padre se reuniera con los periodistas para hablar del feliz acontecimiento. No puedo decir cuanto tiempo pasó ni si me quedé dormida, lo que si tengo claro es que me he dado cuenta cuando al oir la voz de su padre pensé que ya estaba hablando con la prensa y, ha sido entonces cuando veo a una niña de muy corta edad, sobre cuatro meses, que delan- te de mi en posición boca arriba me miraba con sus ojos ne- gros muy abiertos y expresivos; al verla y reconociendo la voz que seguía oyendo tenía claro que su padre estaba hablan- do de la niña que estaba viendo quien se llevaba toda mi a- tención. Era tan hermosa que, como celebrándolo con ella y con quien estaban a ambos lados de mí, aunque me es imposi- ble explicar como me he dado cuenta de que no estaba sola an- te la niña, le repetía una y otra vez lo bonita que era; su carita redondita, con un pelo castaño bastante claro y un po- co largo, como en capas, su tez como si los rayos del sol sua- vemente ya acariciaran su rostro, era tan, tan bonita y ante su manera de mirarme me llevó a darle un beso teniendo ade- más presente que otra oportunidad como aquella no volvería a tener dada la distancia que en todos los aspectos nos separa- ban. Siempre he tenido en cuenta que a criaturas de tan cor- ta edad, por prudencia, las personas mayores mejor es besar- las en la mano, por ello busqué con la mirada una de sus ma- nos, en este caso su mano derecha, y, me quedé tan sorprendi- da por lo inesperado de lo que estaba viendo que noté como mi semblante cambió de repente en actitud tremendamente se- rio por el impacto recibido y darme cuenta de que ello se trataba de algo que, como otras muchas cosas con su signifi- cado he visto y he ido escribiendo; ha sido al mirar nueva- mente para la carita angelical de la niña me ayudó a repo- nerme, entonces, me incliné para darle el beso en la mejilla pero, al oir la voz de su padre que seguía hablando, pensé, que los fotógrafos le estarían sacando fotos a la niña y, an- te mi embarazosa situación, como saliendo de un sueño, sigo oyendo la voz de su padre a través de la radio en el momento que le preguntaban por el futuro de la niña... Seguí atenta pero mi alegría se había esfumado, hasta el punto de decir- me que la única que estaba triste en esa noche era yo. Ya por la mañana, sentía en mí como una espina clavada en el corazón, así se lo decía al Señor, pidiéndole me concedie- ra la gracia de saber algo más; para poder escribir, necesi- taba saber algo más sobre lo ocurrido, de lo contrario lo es- cribiría para mí y lo metería en un cajón, asi que lo dejé en manos del Señor, recordándole mi incapacidad y que me die- se cuenta si era su Voluntad de que supiera algo más; no sé cómo, Señor, le decía, puedo saberlo, pero te pido que me dé cuenta. Al poner toda mi confianza en el Señor, fue para mí quitarme un peso de encima. Pasarón unos días cuando por televisión me enteré de que la niña ya había sido inscrita en el Registro Civil expli- cando con imágenes lo que es costumbre en esos casos; ha si- do en una de estas imágenes detuve la mirada fijamente y, co- mo si hubiera transmisión de pensamiento, el cámara, enfocó solo y exclusivamente en la pantalla lo que yo fijamente mi- raba, miraba el antebrazo desnudo y mano derecha del niño que, como ejemplo, estaba en esas imágenes, la posición de su antebrazo y mano derecha estaban exactamente según lo que yo había visto con la diferencia de que lo que yo estaba vi- endo a través de la televisión, antebrazo y mano, tenían vi da, conservaban aún en alguno de sus dedos tinta negra des- pués de coger sus huellas digitales. Al ver esto que expli- co fue para mí la respuesta que necesitaba y había pedido al Señor, y entendí que, una vez inscrita en el Registro Ci- vil, oficialmente entraba a formar parte en la historia de su familia y, és ahí, en esta historia, con un futuro que sólo el Señor sabe, se encuentra el significado de lo que he visto en esa noche feliz, no así para mí. Entonces le pedí al Señor me concediera algo de su Sabiduría para saber algo más, pero, el Señor guarda silencio. Lo que sí, añado, es que las dos personas importantes rodeadas de negrura que he vito en la visión anterior forman parte de esa historia. Le he dado gracias al Señor por su respuesta, por la mane- ra tan sencilla que se ha servido para que me diese cuenta. Él, que todo lo sabe esperó ese momento. Gracias, Señor, gra- cias. Otra noche nada más despertar veo las cabezas de dos ani- les frente a frente pero como a dos metros de separación, estaban con sus bocas grandes abiertas de lo más enfurecidos; fue una visión un tanto especial, la luz que había en ella era de un color cobrizo y ambas cabezas, grandes e iguales las veía como transparentes del mismo color cobrizo. A la noche siguiente igualmente nada más despertar veo o- tra cabeza de animal, ésta aún más grande pero negra, al ver- la, no se por qué retiré la mirada al tiempo que recordaba lo sucedido la noche anterior. Solo el Señor sabe el por qué de esta manera de presentarse estos animales ante mí y qué sig- nificado tienen. Muchas veces pienso con qué animales compa- rarlos para dar una idea de lo que veo pero por más que lo pienso no encuentro la manera, creo entra en lo que es mis- terio. Una noche, como tantas otras noches que cuando me despier- to me pongo a rezar, rezaba por el Santo Padre, Benedicto XVI, y la Iglesía..., pero, como me dominaba el sueño, de ahí mi insistencia en volver a empezar, así no sé cuantas veces, cu- ando, tuve una visión impresionante. Imagínense una noche os- cura sin luces en la tierra y oscuridad plena en el firmamen- to, a bastante altura aparecen dos cabezas de animales igua- les, muy grandes, una encima de la otra, sus bocas abiertas con los mismos gestos de furia envueltas sus cabezas de una claridad especial que imponía pero ello me ayudaba a verlos con toda claridad, cuando, ambos al mismo tiempo echaron por la boca, pienso yo, lo que les quemaba por dentro, un produc- to blanco como si bramara alcanzando cierta distancia; esta- ban más bien hacia la izquierda, entonces, aparece otro a la misma altura pero a distancia hacia la derecha, exactamente igual y echando por la boca lo mismo al tiempo que avanzaba hasta reunirse con los otros, hasta formar un grupo tan uni- do que sin duda para mí se trataba del grupo de los tres ani- males que tantas veces he visto pero que ultimamente procura- ban no pudiera contarlos, salvo algunas veces. Para verlos tan unidos formando una sombra negra, se filtraba entre ellos la misma claridad que desde el principio los envolvía. ¡Qué visión tan sobrecogedora, Dios mío!. Después pensé, se habían enfurecido porque les molesta la oración pidiendo al Padre por su Iglesia. Una noche, días antes, también rezando por la misma intención, se dejaron ver, pero era uno de ellos, el de la derecha, el que se levantaba destacando sobre los otros, muy enfurecido. Una noche veo bajar como en el espacio diminutas partícu- las de color paja con cierto brillo y se formó con ello como una cortina; me quedé mirando porque no era la primera vez que lo veía y al quedar tan cerca de mi vista me fijaba tra- tando de saber que era aquello tan menudo, entonces veo por detrás de ello un ojo negro mirándome, creo que al darse cu- enta de que le había visto trataba de ocultarse aunque lo seguía viendo, entonces veo sus dos ojos y según le seguía mirando le veo algo del entorno de uno de sus ojos con su ce- ja negra y fina; le miraba con respeto porque su mirada impo- ne y dejé de mirar. Sigo pensando que me mira como si temie- se algo, esperando la ocasión para atacarme, le veo como al acecho pero mi refugio está en el Señor, María y José, mis tres guardianes. Otra noche nada más despertar vuelvo a ver su mirada, es- taba entre mucha oscuridad, el blanco de su ojo grande con su pupila negra destacaba, pero su manera de mirarme, siem- pre igual, és inconfundible. Pienso que una cosa es leer lo que escribo y otra muy distinta ver su expresión y el en- torno cómo procura esconderse. Prefiero no mencionar su nom- bre. Estaba atenta mirando para una sombra negra alargada y lar- ga, según la miraba empecé a dudar si no sería un reptil, una serpiente grande, la parte que parecía su cabeza la miraba con recelo no me fuese a sorprender con algún movimiento, en- tonces por encima de ello aparecen letras en minúscula y se vá cubriendo el espacio de letras hasta formar un escrito lar- go, cada letra en parte como si fuese escrita sobre otro pa- pel y dejase la marca pero también cada letra tenía partes co- mo marcadas en blanco con algo de brillo, resultando un tanto original; al verlo no dudé de que en aquella sombra negra se escondía quien me temía. Era por la mañana poco antes de levantarme, entre oscuri- dad destacaba una sombra negra como con brillo y hacia arri- ba en la misma sombra sobresalía algo que podía ver gracias a una claridad especial que envolvía esa parte pero que yo miraba y no miraba porque imponía respeto, fue en una de las veces que miré comprendí se trataba de algún animal o anima- les cuando uno escupió hacia arriba como un líquido blanco alcanzando como un metro de altura lo cual me recordó otra visión, donde una serpiente escupió algo así, entonces me fi- jé atentamente pero solo pude ver movimiento en ese punto convencida de que algún ser vivo allí había. Un día he oido por televisión la noticia de que un heli- cóptero al poco de despegar se vino abajo sin pasar nada de importancia a sus ocupantes fuera del susto. Comentando es- ta noticia con uno de mis hermanos, le digo: Te voy a con- tar lo que me sucedió de madrugada, horas antes. Al poco ra- to de despertar veo por fuera de mis ojos lucecitas de mane- ra rápida; al verlas me puse a rezar por las personas que es- taban en peligro de muerte, inesperada; recé varias oracio- nes y me dispuse a seguir durmiendo, pero, algo pasaba en mí que me llevaba a rezar el Rosario por esas personas que es- taban en peligro, sabía por la necesidad que sentía de rezar el Rosario que mientras no lo rezase no podría dormir, así que recé el Rosario con la satisfación de ayudar a los demás y luego, placidamente me quedé dormida. Mi hermano me escuchó y cuando terminé mi pequeña historia me dice: estuve yo pen- sando quien rezaría por ellos y, resulta que fuiste tú. Bue- no, le digo yo: supongo que sus familias rezarán por ellos, por mi parte te cuento lo que me sucedió. Entonces mi herma- no me dice, escríbelo, no dejes de escribirlo. Estoy conven- cida de que mi hermano me lo dijo para que se tenga presente que la oración, el rezo del Rosario, son armas poderosas an- te Dios y para que todos, todos, no dejemos de rezar. En noches diferentes he vuelto a ver con la velocidad de un relámpago formando dibujos diferentes llenos de luz. To- do ello supone para mí una invitación para que rece. Otra noche veo parte como un lingote de oro, estaba partido a lo largo pero de manera como si se partiera por un fuerte gol- pe, al tiempo que siento la voz de un hombre, dijo varias palabras que no entendí pero sí creo reconocí su voz. La luz y el brillo de lo que acababa de ver encerraba la máxi- ma pureza. Ello me llevó a pensar si así es como está su al- ma a los ojos del Señor, esto lo pensé después de quedarme triste. Otra noche veo entre oscuridad un ojo, miraba en otra di- rección, me parecia lo tenía lleno de agua, lágrimas acumula- das dentro del ojo que me impedían ver el color de su pupila y, se fué de mi vista. A la noche siguiente lo vuelvo a ver viendo que efectivamente lo tenía lleno de agua por el llan- to y por un momento le ví el azul de su pupila. Me recordó a cierta persona que había muerto y recé por ella. Otra noche veo un rostro de mujer, más bien de perfil, también miraba en otra dirección, su rostro bastante normal, lo que si me resultó desagradable fue su ceja fina como pintada con un tizón, algo así como cuando veo las cejas a satanás que pa- recen de un payaso. Una noche veo bajar un grupo de diminutas partículas de color paja y quedaron ante mi vista sin movimiento alguno for- mando como una cortina; como ello lo había visto alguna otra vez me quedé mirando con el fin de saber en qué paraba y, e- fectivamente, desaparece la cortina y veo a un grupo de anima- les, negros, yo diría que eran cuatro, su forma como de ser- pientes grandes a juzgar por el grueso de sus cuerpos, forma- ban un circulo, dándome la impresión de que procuraban ocul- tar sus cabezas aún cuando por varias veces parte de sus cuer- pos de dos en dos como alternándose tres de ellas, lo levan- taban poníéndose en sentido vertical pero sin poder distin- guir sus cabazas. Como no dudo de que estos grupos de anima- les que veo, de la especie que sean, lo que simbolizan es to- do negativo a los ojos del Señor, me quedo triste. Se vuelve a formar otra cortina quedando ésta en posición como ocultando algo hacia abajo; se fue de mi vista y veo bas- tante hacia abajo parte como de un rio entre montañas, por el color del agua parecia caudaloso. Son muchas las veces que me quedo sin saber que pensar. Otra noche al despertar me puse a rezar ¡Hay tanto por qué rezar! y, al poco rato veo un rostro allí mismo delante de mi vista entre mucha negrura, lo veía bastante empañado, me pa- reció de mujer, un rostro desagradable; dejé de rezar por las intenciones que estaba rezando y expresamente le pedí a la Santísima Virgen por aquella persona que estaba viendo le ayu- dase en sus necesidades; según rezaba al fin se fue de mi vis- ta, pero, vuelve a aparecer entre aquello que parecia como u- na masa negra, sus ojos fijos en mí como empañados igual que su rostro. Como no se iba de mi vista y al no tener claro qui- en era lo tomé con cierta indiferencia y, a lo mio, teniendo en cuenta las muchas noches que, cuando estoy rezando aparece una sombra grande, negra, donde despuntan cabezas de animales y aunque creo son el grupo de los tres dificilmente puedo con- tarlos, se mantienen ante mi vista y por ello me despreocupo y sigo a lo mio como que no me doy cuenta, así muchas noches cada vez que despierto, por ello en esta noche al ver ese ros- tro en medio de lo que lo envolvia que no se iba de mi vis- ta y ante las dudas que ello suponía para mí, seguí a lo mio, cuando, de manera inexplicable me quedé mirando para una ban- dera, desplegada, tenía los colores de la bandera de España pero diferente, aunque igualmente rectangular terminaba en dos puntas, las dos fajas rojas eran bastante anchas pero la faja amarilla del medio mucho más estrecha, bastante más estrecha, la unión con ambas fajas rojas se veía en relieve como si fue- ra un bordado, no tenía escudo, tenía, como prendido, un la- zo negro grande en la faja roja de arriba hacia donde empeza- ba una de las puntas de la bandera. Al desaparecer de mi vis- ta veo que esa punta de la bandera doblaba hacia el lazo ne- gro sin ocultarlo. Me quedé pensando en lo que acababa de ver, me decia: los colores como la bandera de España en una bande- ra diferente y con lazo negro en señal de luto. ¡Dios mío! di- je: ¿Qué és lo que puede suceder?. Recordé la cifra alarman- te de abortos, según dijeron varios medios de comunicación; vidas que claman al Cielo y, pensando en la Justicia de Dios, le pedí piedad. Todo esto sucedió mientras allí seguía ante mi vista aquel rostro desagradable, empañado, entre aquella masa negra. Se mire por donde se mire todos sabemos lo que significa un lazo negro sobre una bandera, por otro lado pienso que la la bandera que he visto de suyo significa algo especial, pe- ro serio. Quisiera equivocarme, Señor, que así sea. Así como antes la mayoría de las tardes veía en las visio- nes el color lila, desde que he visto a las dos personas im- portantes, desde entonces solamente tres veces en diferentes tardes, distanciadas, he visto ese color. La última vez que le he visto me sorprendió, sencillamente porque ha sido cuan- do despreocupadamente fuí a coger el Rosario y Crucifijo pa- ra rezar el Rosario veo en toda la visión el color lila azu- lón muy cubierto como de nubes negras. Fue para mí como un a- viso para que no deje de rezar por todo aquello que encierran esas visiones que no es grato a los ojos del Señor. Una noche y como algunas otras veces veo bajar como dimi- nutas partículas, que aún no sé de que se trata, y según las veía entre ello aparecen, en cuanto se notaba, renglones es- critos y algunas teclas sueltas como de ordenador de color gris, en movimiento, desaparecian y vuelta a aparecer, a ve- ces el escrito se acentuaba más viendo en medio de ello una pequeña sombra negra como si fuera la cabeza de un animal que, por temor a lo inesperado la miraba de manera superfi- cial porque para mí tenía claro que allí estaba el mismísi- mo satanás, luego, ya no eran teclas sueltas, era mayormen- te todo el teclado, muchas teclas sin letras y otras sí, en- tonces dejé de ver la sombra negra y lo que veía era como la cabeza de un hombre de perfil, lo que más destacaba era su oreja grande dándome la impresión como si estuviera a la es- cucha; esta cabeza estaba envuelta en oscuridad pero con al- gunos claros, también por temor la miraba con recelo, me fi- jaba en el movimiento de los renglones escritos y teclas que la rodeaban mientras pensaba que todo ello era, por lo que escribo. A la noche siguiente vuelvo a ver un escrito sobre fondo blanco, las letras muy menudas en negro, un escrito claro pe- ro imposible leer ni una sílaba, había entre el escrito un pequeño espacio redondo del tamaño de una moneda de veinte céntimos en negro, luego, el fondo blanco empezó a oscurecer- se hasta quedar todo en negro como el pequeño espacio redon- do y lo escrito apenas se distinguía; al causarme cierta im- presión dejé de mirar un tanto pensativa porque ello supera mi entendimiento pero, me quedo pensativa y seria porque ten- go claro que nada bueno encierran. Entonces, me refugio en el Crucifijo y Rosario que siempre duermo con ello entre mis manos y todo temor desaparece en mí. Con esto de la gripe aviar que vengo oyendo por medios de comunicación desde hace algún tiempo, es ahora recordé una vi- sión escrita en el capítulo cuarto y si hago mención de ello es porque al recordarla, de manera inesperada he caido en la cuenta del significado. Esta visión escrita hace algunos a- ños, la recuerdo perfectamente porque el lugar me era conoci- do y es ahora pienso que el Señor, lo ha permitido así, sen- cillamente para que me diese cuenta que las aves de corral allí reunidas como esperando algo, entre ellas una negra, en un cruce de caminos, al ser para mí muy conocido ese lugar, no dudase de que lo que estaba viendo era un cruce de caminos. Y, és ahí, en este cruce de caminos, que lleva en direcciones diferentes, entendí, se extiende el virus, conocido por gripe aviar. Me consta que lo que voy escribiendo, como premoniciones, son avisos del Señor que nos ama y quiere lo mejor para sus hijos. ENVÍA TU ESPÍRITU SEÑOR Y RENUEVA LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN. 12-1-2006


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